CATEQUESIS POR RADIO. ESCUELA RADIAL DE CATEQUESIS: 09/11/13

miércoles, 11 de septiembre de 2013

1 TRABAJO PARA SACRAMENTOS





Catequesis Radial
Sacramentos en General



TRABAJO PRÁCTICO Y EVALUATIVO

Explorando nuestro mundo personal como sacramento
Ø      ¿qué objetos/signos cargados de sentido descubro en mi casa familiar…? - Elegir uno.
Ø      ¿Qué nos recuerda, qué nos hace presente, qué sentimientos produce, con qué y con quién me vincula?
Ø      Relatar la historia que se encuentra contenida en el objeto-signo que elijo.

Ritualizando experiencias
Ø     Tomando como modelo el “sueño de Jacob” leído en clase, recordar algún hecho personal de la propia vida que haya sido muy significativo. ¿A la manera como lo hizo Jacob, cómo ritualizarías  esa experiencia para recordarla y celebrarla?

Cristo y la Iglesia como sacramento

Ø     ¿Cómo le explicarías a una persona no creyente que para nosotros Cristo es sacramento de Dios Padre y la Iglesia es sacramento de Cristo? ¿Qué usarías de ejemplos?




SACRAMENTOS EN GENERAL

LOS SACRAMENTOS EN GENERAL


Propuesta:

·        Los sacramentos son para nosotros una vivencia. Queremos evitar un enfoque intelectualista que impida la visión fundamental de los mismos que es precisamente que forman parte importante de nuestra vida y de la vida de un pueblo.
·        Por ello tenemos que optar por un método de trabajo que haga aflorar nuestra vivencia y la vivencia del pueblo.
·        Es esta experiencia, esta praxis (práctica), la que es objeto de reflexión. Estas clases no tienen como objeto de estudio un tema abstracto, un objeto ideal, es una experiencia de vida que se transforma en objeto de reflexión y análisis a la luz de la fe. La fe busca entender lo que cree y practica.

Nos preguntamos:
- ¿qué entiende la gente cuando habla de un sacramento o pide un sacramento?
- ¿qué características tiene la práctica sacramental de nuestra gente?
- ¿qué síntomas positivos y negativos encontramos?


El sacramento como realidad ambivalente: posibilitante y amenazante.

Ø      Sujeto al devenir humano, capaz de lo mejor (poner al hombre en contacto y en comunicación con el absoluto, propiciar una praxis inspirada en el amor, celebrar la vida al hacer patente su dimensión sagrada) y capaz de lo peor: cuando el hombre se engaña a sí mismo pretendiendo manipular a Dios y hacerlo prisionero de nuestros intereses personales;  creer que Dios está a merced de nuestras fórmulas y  rituales.
Ø      El sacramento es una realidad divina y humana. Posee la capacidad de ser una zona de frontera entre dos mundos.
Ø      Puede expresar la pureza del amor (entre los novios) y puede expresar la frivolidad del aparecer y del aparentar.
Ø      Nos pueden hacer descubrir la presencia de Dios en el corazón del mundo, o pueden ser rituales vacíos que dan la espalda a la discreta pero eficaz presencia divina  que conduce al mundo a su plenitud.
Ø      Pueden ser signo de alienación o de compromiso. De desentendimiento cómodo y culpable por la suerte del prójimo; o de responsabilidad asumida en la lucha por la dignidad humana. 
Ø      Puede expresar la incomprensible cercanía de Dios a los hombres a través de elementos tomados del mundo humano y que ahora están cargados de presencia divina. O puede ser expresión de lejanía y distancia, de frialdad e incomprensión.
Ø      Puede expresar la ofrenda de un corazón amado y amante, puede ser signo de una entrega total y confiada; o puede ser gesto vacío, farsa, cumplimiento, automatismo sin corazón, para aparentar, para calmar nuestra conciencia delante de Dios.

El lenguaje sacramental: la comprensión del sacramento en sentido amplio


  • Necesitamos familiarizarnos con el mundo y la mentalidad sacramental para poder entender la profundidad de significación que tienen los sacramentos.
  • Necesitamos ejercitarnos hasta volvernos especialistas en la tarea de poner signos y de interpretarlos. Nuestra tarea como catequistas, consistirá en enseñar a leer los signos de salvación, signos del amor misericordioso de Dios a los hombres. Signos que por ser tan valiosos necesitan ser puestos con incomparable diligencia y leídos con no menos cuidado y dedicación.
  • Necesitamos saber leer los signos del amor que Dios está poniendo en la vida de cada hombre, de todo hombre.
  • Tenemos que aprender a escuchar y hablar el lenguaje sacramental. Expresión cumbre de este lenguaje es Jesucristo, la Iglesia y los siete sacramentos.
  • el creyente cristiano se mueve en un ambiente sacramental, simbólico, vive poniendo signos y ayudando a la gente a interpretarlos a la luz de la fe. Él mismo es un signo, un sacramento de algo. Nuestra vida no la podemos entender sino es en clave simbólica, como un envío a una realidad superadora, inexplicable y misteriosa: el Reino de Dios.

Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos.


El hombre es capaz de leer el mensaje del mundo: de leer e interpretar. Cuando las cosas “hablan” surge el lenguaje sacramental.

El hombre moderno también es sacramental: hay que revisar los signos si éstos dejaron de ser significativos.

  • Lenguaje de los sacramentos es la narrativa. Se trata de “contar un encuentro” entre Dios y los hombres. El sacramento queda esencialmente vertebrado con el término encuentro….
  • por eso su lenguaje es evocativo. Narra un hecho, cuenta un milagro (en una cena que él celebró…). Cuenta un pasado y futuro vividos en un presente.
  • Es un lenguaje que nos involucra a las personas con las cosas. Toca, por dentro. Es formativo: toca la praxis.

Lo cotidiano está lleno de sacramentos. Cuando las cosas poseen interioridad se han convertido en sacramento.
Fue la relación interna tenida con él la que lo convirtió en un sacramento familiar.

Cuanto más profundamente se relacione el hombre con el mundo y con las cosas de su mundo, más aparece la sacramentalidad (ej, de los tres hombres en el sur)
Para entender los sacramentos hay que entender los sacramentos de la vida.
Desde una mirada creyente no podemos entender la vida sino es en clave sacramental

Ritualización de una experiencia religiosa fundante: Un ejemplo bíblico: El sueño de Jacob.  Génesis  28, 10 -22

El contexto.
vv. 10 y 11:
Jacob sale de viaje. Se trata de un largo viaje, un recorrido de al menos 1600 km. a pie, y por eso una especie de aventura hacia lo desconocido.  Nos da la sensación de un hombre errante, desprotegido, a la intemperie, sin techo, que no sabe bien a dónde va. De hecho Jacob está huyendo de su familia con la que está en conflicto. Tal vez resuena en su interior ¿Quién soy, adonde voy?  Cansado del camino, toma por almohada una piedra y se duerme.


Jacob tiene un sueño:
vv. 12 – 15:
·        ¿Qué significado tiene este sueño? Seguramente muchos pero fundamentalmente que Dios se interesa por nosotros. Allí donde  pensamos que la vida es producto solamente de nuestras decisiones, de la de los demás, del azar, de la buena o mala suerte, hay como una coordenada, un punto de referencia: la presencia pro-vidente de Dios. Nos permite intuir la vida como conducida por algo – Alguien -  más grande que nosotros. Esto es lo que nos convierte en personas religiosas. Dios cuida de mí, yo estoy en sus manos. Nada escapa a esta mirada amorosa de Dios.
·        La imagen de la escala que se apoya en la tierra y toca el cielo nos revela que lo más terrenal, está en comunión con lo más divino, que todo lo humano, toca a Dios. Dios se interesa por mí, todo acontecimiento que vivo, todo, `puede ser vivido como algo que me une al cielo, es decir, a un horizonte amplio de existencia y misterioso significado.
·        En este símbolo se le da a Jacob la noticia de una Presencia: “Yo soy, Yo estoy contigo”. Es decir, “te conozco íntimamente” Dios se revela no solo como cercano sino como amigo del hombre, que conoce el corazón.
·        Se le da a Jacob una promesa y en ella un horizonte, un  futuro que de incierto pasa a ser cierto y asegurado por la promesa. Este viaje que para Jacob parece ser una aventura en lo desconocido, un salto en la noche oscura, está totalmente acompañado por el Señor.
·        Aquí está la revelación más importante para Jacob: dónde él cree estar y dónde está en realidad.

Jacob levanta un altar y hace una promesa:
vv. 16 – 22
·        Cuando Jacob se despierta, le “cae la ficha”: “¡Dios estaba aquí, y yo no me había dado cuenta!” Tuvo miedo, en el sentido del “temor de Dios”, es decir del inmenso asombro ante una presencia tan grande frente a su propia pequeñez. Le nace a Jacob entonces el sentido de una gran responsabilidad. Es decir, siente el compromiso de darle a Dios una respuesta.
·        La respuesta es un signo religioso. Levanta un altar con la piedra que le sirvió de almohada. Esta piedra que le sirvió para reposar su cuerpo cansado, ahora es reposo en la presencia grande y providente de Dios. Esta piedra la erige como signo para indicar que no quiere olvidar lo que ha ocurrido, para ponerla como testimonio entre él y Dios. La piedra que normalmente está volcada en la tierra, es puesta en alto como un mojón en el camino, como memorial  de una experiencia vivida hondamente, imposible de olvidar. Cuando vuelva a pasar por allí, Jacob vera la piedra y recordará esta experiencia fundante con su Dios.(Gn. 35, 1ss.) La piedra-altar es el signo de que Dios le ha hablado y él ha escuchado. Es un “memorial”
·        Un segundo signo que hace con la piedra es la unción. Como el aceite penetra allí donde es derramado, así el Espíritu de Dios penetra y expresa la sacralidad de lo ungido, su pertenencia al Señor. La piedra, al ser ungida, tiene un nuevo significado y un nuevo fin: se convierte en altar.
·        Altar ungido, ¿signo de qué?  Jacob hace un voto, responde a la promesa con otra promesa. La alianza, así, está sellada entre él y su Dios. Esta alianza llena de sentido el horizonte de su viaje, Jacob que comenzó solo el camino, lo vive ahora como proyecto entre él y Dios: “Yo estoy contigo...” (v.15) Su historia, su camino, su existencia terrena  ha quedado ligada a Dios (el término “religión” deriva de re-ligar), a lo trascendente, más allá de lo terreno y llena de esperanza.  Se afianza en él la conciencia religiosa.




¿Qué es un sacramento?

Organismo sacramental pleno: realidades sacramentales y dimensiones del sacramento

1.     Delimitación y extensión del concepto de sacramento
Durante mucho tiempo ha existido en la iglesia un concepto restrictivo de sacramento. Se usaba la palabra solo para referirse a los siete sacramentos o ritos sacramentales de la Iglesia. Pero tal restricción es un empobrecimiento. La realidad sacramental no queda suficientemente expresada si se reduce al conjunto de los siete sacramentos. Existen otros centros de sacramentalidad.
Durante los doce primeros siglos la palabra «misterio», «sacramento» se emplea también para otras realidades tales como Cristo, la Iglesia, la Escritura, la Pascua, la Encarnación, la Cuaresma…. Solo a través de un lento proceso se llegó a una clara diferenciación entre los «sacramentos mayores» (bautismo y eucaristía) y los «sacramentos menores» (el resto), y entre estos y los simples «signos sagrados» (los que solo remiten a una realidad sagrada, pero no santifican).
La controversia con los protestantes llevó a una clarificación y utilización más estricta del concepto de sacramento. En adelante se usaría el término “sacramento” para las realidades que cumplían con estos requisitos:

  • instituidos por Cristo – directamente por él o a través de la iglesia primitiva -, (es decir que Cristo haya querido que tal signo signifique determinada gracia)
  • estructura de palabra-signo  (palabra y gesto o “materia y forma”: por ej: gesto o materia: el agua que se derrama; palabra o forma: “yo te bautizo en el nombre….)
  • eficacia real: no solo significan sino que realizan lo que expresan o significan (lo que la teología llama «ex opere operato»)
  • intención por parte del ministro, (para que el sacramento sea válido, por parte del que administra el sacramento debe haber intención de hacer lo que expresa)
  • disposiciones por parte del sujeto (para que el sacramento sea eficaz requiere la fe del que lo recibe; el sacramento es sacramento de la fe del creyente y de la fe de la Iglesia)

El Vaticano II ha utilizado la expresión “sacramento” aplicándola a Cristo, a la Iglesia y en un sentido más amplio al cristiano, a todo hombre, a las realidades creadas. Hoy no se duda en aplicarla a otras realidades que desbordan los 7 sacramentos.
Si «sacramento» significa fundamentalmente la “manifestación en visibilidad histórica del don invisible de la gracia de Dios”,  no hay inconveniente en aplicarlo a otras realidades que no sean los siete sacramentos.
Se amplía el círculo de la sacramentalidad pero no se niega la verdad del sacramento. Se comienza a hablar entonces de “sacramento en sentido amplio” y “sacramento en sentido estricto”. La distinción nos manifiesta la riqueza y complementariedad. Al hablar de “sacramento” será necesario hacer una determinación, p.ej. “Cristo sacramento” o “el sacramento del bautismo”-

2.     Sacramentos e historia de la salvación

Estructura sacramental de la historia salvífica

La historia de la salvación es historia humana en cuanto llena de la presencia de Dios y determinada por sus intervenciones salvíficas. Con la venida de Cristo, esta presencia, este estar-con y para, se intensifica hasta un grado insospechado. Dios que ya se manifiesta en lo creado viene ahora a manifestarse en la carnalidad de lo humano por su Hijo. Creación y encarnación son los dos hitos articulantes de una presencia histórica de Dios entre los hombres para la salvación. Son los dos ejes de la estructura sacramental de la historia.
Y esta estructura se manifiesta precisamente porque la misma historia se desarrolla en una correspondencia y complementariedad permanente entre palabra y signo.  Si la palabra ilumina y descubre el sentido de la acción, ésta confirma y realiza toda la eficacia de la palabra. Las palabras tienen de alguna manera carácter de acción porque cumplen lo que dicen. Y lo mismo los signos porque revelan el poder y la gloria de Dios.
Así en el relato de la creación en el Génesis: lo que Dios dice, se realiza. “Entonces Dios dijo: Que exista la luz” y la luz existió” (1, 3)
La presencia de Dios en la historia es activa y «esencial». Dios actúa dándose, comprometiéndose, comunicándose, haciéndonos partícipes de sí mismo. El estar de Dios en la historia llenándola de su presencia y actividad, de su amor y de su gracia, es lo que da a la historia la estructura sacramental que la impregna.

Los sacramentos recapituladores del lenguaje sacramental de la historia de salvación:

El lenguaje sacramental de la historia salvífica tiene su mayor concentración y expresión en los sacramentos de la Iglesia en  el tiempo que va desde la Ascensión a la Parusía. Su estructura y dinámica es la presencia del don invisible en la forma visible, la manifestación de dicha presencia en la «correlación» palabra-signo.
En la historia salvífica Dios es el iniciador de un diálogo entre Él mismo, el hombre, y el mundo, que se desarrolla progresivamente a través de personajes y acontecimientos por los cuales se produce la donación de su gracia y la respuesta de fe. Puede hablarse entonces de «dialogantes», «personajes» y «constituyentes» de la historia salvífica:
-         Llamamos «dialogantes» a Dios, al hombre y al mundo. Los tres son necesarios.
-         Llamamos «personajes» a aquellos que, en cada etapa o momento de la historia, personifican y protagonizan el diálogo o encuentro de salvación. De parte de Dios serán Cristo y el Espíritu, en cuanto enviados. De parte del hombre, son aquellos interlocutores principales elegidos por Dios por ej. Moisés. De parte del mundo, serán los conocimientos de la realidad creada, la civilización, la cultura, el progreso de cada momento histórico, a partir y desde el cual se realiza el diálogo de salvación.
-         Llamamos «constituyentes» a aquellas condiciones necesarias, por parte de cada uno de los dialogantes, para que pueda darse el diálogo o encuentro de salvación. Por parte de Dios serán la revelación y la gracia. Por parte del hombre, su libertad y su fe. Del mundo, acontecimientos humanos y mundanos.

Los sacramentos son la expresión eclesial más significante de una continuidad de este diálogo salvador, en el que se encuentran los mismos dialogantes, personajes y constituyentes.

Cristo sacramento original

  • Una confesión de fe permanente de la Iglesia
En los evangelios, la encarnación aparece como el signo por excelencia del Nuevo Testamento. Cristo entra en la historia humana como un signo-sacramento. Es la sacramentalización radical y culminante de la presencia pre-existente de Dios en medio de los hombres. Cristo es el proto-sacramento (= primer sacramento, primero no en sentido cronológico sino fundamental, prototipo de todo sacramento) que visibiliza el amor y la gracia de Dios de modo supremo. Es el lugar más eminente de la presencia y encuentro con Dios (leer Heb. 1,1).  Es “el” sacramento.

  • Riqueza y dimensiones de la sacramentalidad de Cristo
-         Cristo es sacramento por su ser, «Y el verbo se hizo carne» (Jn. 1,14). El hecho de haber asumido una naturaleza humana, y haber manifestado así corporal y visiblemente la bondad de Dios, hace de él un verdadero sacramento. Por ser Dios, es capaz de revelarnos fielmente los planes del Padre; por ser hombre es capaz de representarnos perfectamente ante Dios. “Quien me va a mí, ve a mi Padre” (Jn. 14, 8-11); “El es la imagen de Dios invisible” (Col. 1, 15)
-         Cristo es sacramento por su obrar, por su verdad ética, acción mesiánica y salvadora, manifestada en sus palabras, actitudes y gestos. Estos actos no solo manifiestan su ser sacramental, sino que son por si mismos sacramentales, son salvadores, causa de gracia. “Las obras que hago no son mias,” (Jn. 14, 10)
-         Cristo es sacramento por sus actos privilegiados, aquellos en los cuales manifiesta de un modo especial su poder salvador. Los milagros, el perdón de los pecados, el dar de comer su cuerpo y de beber su sangre y su muerte y resurrección, Misterio Pascual. “¿Quién es este que hasta persona los pecados?” (Mc. 2, 7)

La sacramentalidad de Cristo es el fundamento radical de los sacramentos. Es paradigma de toda sacramentalidad. Es sacramento “tipo” o prototipo de todo sacramento.


La Iglesia sacramento principal

Cristo es el único sacramento original de salvación. Pero es necesaria una prolongación histórica, terrestre y visible del Cristo Resucitado. La Iglesia, con sus sacramentos, será esa prolongación de ese sacramento que es Cristo. Ella es el signo-instrumento fundamental de esa gracia redentora, victoriosa y definitiva.

-         La Iglesia es sacramento por su mismo ser. La Iglesia no es una simple institución más, lo institucional en la Iglesia es su parte visible. La Iglesia es un “misterio”- sacramento - . La esencia de la sacramentalidad de la Iglesia consiste en su mismo ser divino-humano, visible-invisible, salvífico-social. A través de sus elementos visibles, expresa, remite y hace presente el misterio invisible de la gracia de Cristo, del don del Espíritu, de la salvación. Por su ser la Iglesia depende totalmente de Cristo y del Espíritu, y por eso es sacramento de ellos.
-         La Iglesia es y debe ser sacramento por su obrar, por su comportamiento ético por su testimonio en el mundo. Por sus palabras, actitudes, obras, por su vida entera. Es preciso que en la visibilidad de sus obras, en la verdad de su testimonio, justicia y amor aparezca la alianza de Dios con los hombres, la presencia de la salvación. Siempre deberá reconocer su limitación., su distancia del ideal, su necesidad de purificación y conversión, porque también es humana y peregrina. ¡Aun no es lo que está llamada a ser!
-         Es sacramento por los signos privilegiados por los que manifiesta su sacramentalidad. La Iglesia garantiza la continuidad histórica de la salvación. Pero es preciso que esta salvación se realice también en los sujetos y los miembros de la Iglesia. Esto lo cumple a través de los signos privilegiados: la Palabra, los siete sacramentos y  la caridad.

El hombre, el cristiano «sacramento» existencial

La historia de la salvación tiene una estructura sacramental que se manifiesta de modo especial en su carácter interpersonal, e implica la intervención del hombre.

  • Todo hombre es «signo-sacramento» de Dios y de Cristo
El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Todo hombre, por el hecho de existir, es imagen, signo visible de ese mismo Dios.
Más todavía, para un creyente, todo hombre, bautizado o no, es sacramento del Cristo, en cuanto que en él nos encontramos con el Cristo vivo que padece hambre, sed, enfermedad, desnudez, cárcel. (Mt. 25, 31 ss) La encarnación del Verbo es signo privilegiado de Cristo. Cada persona es memoria permanente de Cristo. Todo hombre es “sacramento
Este hombre, aunque no sea bautizado y creyente, no es extraño a la gracia de redención. Esta opera en toda vida humana.
Lo que la Iglesia nos da de manera explícita (ser hijos de Dios, la comunión con Dios, etc.), está de manera implícita en la existencia humana concreta. En la Iglesia se devela y se celebra, explicitando asi lo que estaba implícito.

  • El cristiano «signo-sacramento» de Cristo y de la Iglesia
Por la fe el cristiano no solamente es sacramento sino que también lo sabe. Esta es la diferencia con el no creyente. Además vive su sacramentalidad eclesialmente.
Es al mismo tiempo sacramento de Cristo y de la Iglesia.
-         Por su ser, la doble polaridad divino-humana es una realidad concreta, visible, abordable y por la gracia es invisible y espiritual. Los Padres de la Iglesia dicen que el cristiano porta en sí mismo la imagen y la vida de Dios y de la Iglesia.
-         Por su obrar, por su comportamiento ético y por su testimonio. La autenticidad de la vida, el testimonio, el compromiso, han de ser una real manifestación visible de la realidad escondida y misteriosa del ser cristiano, allí donde se desenvuelve el drama de la vida humana. La gran tragedia es la de convertirse en un anti-signo o anti-testimonio. (lo posibilitante y amenazante del testimonio de un cristiano)
-         Por sus signos privilegiados. La vida del hombre, y del cristiano, está tejida de continuidad y de momentos fuertes, de lo ordinario y lo extraordinario, de los tiempos normales y de los ritmos intensos, crisis humanas y crisis de fe, celebraciones de fe. Por cómo vive y afronta esos momentos fuertes y extraordinarios, es donde hay que situar los signos privilegiados. Cuando el cristiano en nombre de Dios, habla, perdona, anuncia, celebra sacramentos , practica la caridad

Las celebraciones sacramentales son signos privilegiados de la sacramentalidad de la vida cristiana. Los sacramentos son signos de la vida real del creyente, de nuestra forma de vivir y estar en el mundo y con los demás; actos por los cuales afirmamos y expresamos nuestra existencia humana, impregnada de un sentido nuevo en la vida, muerte y resurrección de Cristo.
La celebración hace existir de un modo nuevo, de una manera objetiva y constatable, aquello que habitualmente permanece escondido, y que en fondo es frágil, ambiguo y fluido.
La vida del hombre está jalonada de acontecimientos decisivos, de situaciones especiales, en las que se ve urgido a dar una respuesta, a ser y aparecer como sacramento.
El anuncio del evangelio es un signo privilegiado de la sacramentalidad del cristiano.
Todo acto que, estando en el orden del servicio a la Palabra, manifiesta externa y públicamente el misterio y la presencia de la salvación que anuncia. Desde un testimonio y una experiencia personal, es un acto cargado de sacramentalidad, en la misma línea de los actos de Cristo predicador.

La naturaleza, la ecología y el cosmos: su valor sacramental

  • La creación como palabra y signo
Para entender esto hay que partir de la acción creadora de Dios y de la existencia creada de la criatura, especialmente del ser humano.
Todo lo creado, en la medida que es una realidad proveniente de Otro, remite y expresa a ese Otro, se convierte en palabra y signo de este. La realidad creada, en su condición de palabra, tiene una función mediadora cuyo origen y eficacia provienen del mismo Dios creador, y cuya finalidad es la reconducción hacia Dios, como presencia actuante y como meta. Lo creado, como expresión de Dios, es una primera y fundamental palabra de Dios pero no es definitiva. La naturaleza ya nos habla de Dios.
No es solamente el sentido que el hombre encuentra en las cosas, es también el sentido que les da, al dominarlas, humanizarlas, convertirlas en expresión de su interioridad y de su vida, lo que hace de ellas un sacramento. Humanizadas, las cosas dejan de ser meros objetos, se convierten en señales y símbolos del encuentro, del amor, de la tragedia, del esfuerzo, de la vida que en ellas se puso (el sacramento del mate)
Todo lo creado tiene una fuerza sacramental. Pero es el hombre el que, al quedarse prendido en las cosas, humanizándolas, hace de ellas un “sacramento”.

Razones por las que los sacramentos son una necesidad natural para el hombre

  • Pueden resumirse la necesidad de los sacramentos en general de la siguiente manera:
Þ    Por su realidad antropológica: los sacramentos son una necesidad coherente con la naturaleza encarnada del hombre. El hombre necesita signos y símbolos porque existe simbólicamente; necesita sacramentos porque existe sacramentalmente. Una expresión y comunicación de la Gracia adaptada a su condición corporal sensible, para significar y concretar el encuentro con Dios, reclama los sacramentos.
Þ    por la dinámica de la Encarnación: la Iglesia es de algún modo la prolongación histórica de la encarnación. Y esta prolongación tiene sus concreciones más evidentes e inmediatas en los sacramentos.
Þ    por la dinámica de la salvación: la Iglesia como comunidad y pueblo de Dios, garantiza fiel y objetivamente la continuidad histórica de la salvación. Pero al componerse de miembros particulares la salvación debe llegar y hacerse accesible a cada uno de sus miembros, en formas visibles y concretas. Los sacramentos santifican los diversos aspectos y tiempos de la vida humana. Más que necesarios para la salvación aparecen como necesarios para que la misma salvación aparezca como realidad ofrecida a mí.
-         Por la acción del Espíritu: la salvación se realiza en la historia de manera concreta por la acción del Espíritu. Es el Espíritu de Jesús que salva “a través de”
-         Por el ser de la Iglesia: la Iglesia, sacramento de salvación, necesita de los sacramentos para ser ella misma, y para cumplir la misión que Cristo le ha encomendado. Los sacramentos, al ser acontecimientos eclesiales, expresan y realizan la identidad y el obrar de la misma Iglesia.
-         Por la realidad de la naturaleza: es necesario que la realidad material-cósmica, también herida por el pecado y necesitada de salvación, se incorpore a la obra actualizadora de dicha salvación por los sacramentos. (Rm. 8, 18-22)

  1. Conclusión:
Estructura y esencia de la sacramentalidad

-         A la esencia de la sacramentalidad corresponde la vinculación, puente, entre lo divino y lo humano.
-         También la doble polaridad visible-invisible. La sacramentalidad consiste en la capacidad de comunicación y  la tensión entre lo visible y lo invisible. Lo visible se hace “transparencia” de lo invisible
-         Por lo mismo, la ambivalencia (posibilitante y amenazante en la práctica pastoral), el claroscuro, la totalidad no plena; el sacramento “muestra y oculta” al mismo tiempo. Por eso es una zona de misterio y pide la fe.

Pbro. Martín Fassi