LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
Propuesta:
·
Los
sacramentos son para nosotros una vivencia. Queremos evitar un enfoque
intelectualista que impida la visión fundamental de los mismos que es
precisamente que forman parte importante de nuestra vida y de la vida de un
pueblo.
·
Por
ello tenemos que optar por un método de trabajo que haga aflorar nuestra
vivencia y la vivencia del pueblo.
·
Es
esta experiencia, esta praxis (práctica), la que es objeto de reflexión. Estas
clases no tienen como objeto de estudio un tema abstracto, un objeto ideal, es
una experiencia de vida que se transforma en objeto de reflexión y análisis a
la luz de la fe. La fe busca entender lo que cree y practica.
Nos preguntamos:
- ¿qué entiende la gente cuando habla de un
sacramento o pide un sacramento?
- ¿qué características tiene la práctica
sacramental de nuestra gente?
- ¿qué síntomas positivos y negativos
encontramos?
El
sacramento como realidad ambivalente: posibilitante y amenazante.
Ø Sujeto al devenir humano, capaz de lo
mejor (poner al hombre en contacto y en comunicación con el absoluto,
propiciar una praxis inspirada en el amor, celebrar la vida al hacer patente su
dimensión sagrada) y capaz de lo peor: cuando el hombre se engaña a sí
mismo pretendiendo manipular a Dios y hacerlo prisionero de nuestros intereses
personales; creer que Dios está a merced
de nuestras fórmulas y rituales.
Ø El sacramento es una realidad divina y
humana. Posee la capacidad de ser una zona de frontera entre dos mundos.
Ø Puede expresar la pureza del amor (entre
los novios) y puede expresar la frivolidad del aparecer y del aparentar.
Ø Nos pueden hacer descubrir la presencia de
Dios en el corazón del mundo, o pueden ser rituales vacíos que dan la espalda a
la discreta pero eficaz presencia divina
que conduce al mundo a su plenitud.
Ø Pueden ser signo de alienación o de
compromiso. De desentendimiento cómodo y culpable por la suerte del prójimo; o
de responsabilidad asumida en la lucha por la dignidad humana.
Ø Puede expresar la incomprensible cercanía
de Dios a los hombres a través de elementos tomados del mundo humano y que ahora
están cargados de presencia divina. O puede ser expresión de lejanía y
distancia, de frialdad e incomprensión.
Ø Puede expresar la ofrenda de un corazón
amado y amante, puede ser signo de una entrega total y confiada; o puede ser
gesto vacío, farsa, cumplimiento, automatismo sin corazón, para aparentar, para
calmar nuestra conciencia delante de Dios.
El lenguaje sacramental: la comprensión del
sacramento en sentido amplio
- Necesitamos familiarizarnos con el mundo y la
mentalidad sacramental para poder entender la profundidad de significación
que tienen los sacramentos.
- Necesitamos ejercitarnos hasta volvernos
especialistas en la tarea de poner signos y de interpretarlos. Nuestra
tarea como catequistas, consistirá en enseñar a leer los signos de
salvación, signos del amor misericordioso de Dios a los hombres. Signos
que por ser tan valiosos necesitan ser puestos con incomparable diligencia
y leídos con no menos cuidado y dedicación.
- Necesitamos saber leer los signos del amor que Dios
está poniendo en la vida de cada hombre, de todo hombre.
- Tenemos que aprender a escuchar y hablar el lenguaje
sacramental. Expresión cumbre de este lenguaje es Jesucristo,
la Iglesia y los siete sacramentos.
- el creyente cristiano se mueve en un ambiente
sacramental, simbólico, vive poniendo signos y ayudando a la gente a
interpretarlos a la luz de la fe. Él mismo es un signo, un sacramento de
algo. Nuestra vida no la podemos entender sino es en clave simbólica, como
un envío a una realidad superadora, inexplicable y misteriosa: el Reino
de Dios.
Los sacramentos de la vida y la vida de los
sacramentos.
El hombre es capaz
de leer el mensaje del mundo: de leer e interpretar. Cuando las cosas “hablan” surge el lenguaje sacramental.
El hombre moderno también
es sacramental: hay que revisar los signos si éstos dejaron de ser
significativos.
- Lenguaje de los sacramentos es la narrativa. Se trata de “contar un
encuentro” entre Dios y los hombres. El sacramento queda esencialmente
vertebrado con el término encuentro….
- por
eso su lenguaje es evocativo. Narra un hecho, cuenta un milagro (en
una cena que él celebró…). Cuenta un pasado y futuro vividos en un presente.
- Es
un lenguaje que nos involucra a las personas con las cosas. Toca,
por dentro. Es formativo: toca la praxis.
Lo cotidiano está
lleno de sacramentos. Cuando las cosas poseen interioridad se han convertido en
sacramento.
Fue la relación interna tenida
con él la que lo convirtió en un sacramento familiar.
Cuanto más
profundamente se relacione el hombre con el mundo y con las cosas de su mundo,
más aparece la sacramentalidad (ej, de los tres hombres en el sur)
Para entender los sacramentos hay que entender
los sacramentos de la vida.
Desde una mirada creyente no podemos entender
la vida sino es en clave sacramental
Ritualización de una
experiencia religiosa fundante: Un ejemplo bíblico: El sueño de Jacob. Génesis
28, 10 -22
El contexto.
vv. 10 y 11:
Jacob sale de viaje. Se trata de
un largo viaje, un recorrido de al menos 1600 km. a pie, y por eso una especie
de aventura hacia lo desconocido. Nos da
la sensación de un hombre errante, desprotegido, a la intemperie, sin techo,
que no sabe bien a dónde va. De hecho Jacob está huyendo de su familia con la
que está en conflicto. Tal vez resuena en su interior ¿Quién soy, adonde voy? Cansado del camino, toma por almohada
una piedra
y se duerme.
Jacob tiene un sueño:
vv. 12 – 15:
·
¿Qué significado tiene este sueño? Seguramente
muchos pero fundamentalmente que Dios se
interesa por nosotros. Allí donde
pensamos que la vida es producto solamente de nuestras decisiones, de la
de los demás, del azar, de la buena o mala suerte, hay como una coordenada, un
punto de referencia: la presencia pro-vidente de Dios. Nos permite
intuir la vida como conducida por algo – Alguien - más grande que nosotros. Esto es lo que nos
convierte en personas religiosas. Dios cuida de mí, yo estoy en sus manos. Nada
escapa a esta mirada amorosa de Dios.
·
La imagen de la escala que se apoya en la tierra
y toca el cielo nos revela que lo más terrenal, está en comunión con lo más
divino, que todo lo humano, toca a Dios.
Dios se interesa por mí, todo acontecimiento que vivo, todo, `puede ser vivido
como algo que me une al cielo, es decir, a un horizonte amplio de existencia y
misterioso significado.
·
En este símbolo se le da a Jacob la noticia de
una Presencia: “Yo soy, Yo estoy
contigo”. Es decir, “te conozco íntimamente” Dios se
revela no solo como cercano sino como amigo del hombre, que conoce el corazón.
·
Se le da a Jacob una promesa y en ella un horizonte,
un futuro que de incierto pasa a ser cierto
y asegurado por la promesa. Este viaje que para Jacob parece ser una aventura
en lo desconocido, un salto en la noche oscura, está totalmente acompañado por
el Señor.
·
Aquí está la revelación más importante para
Jacob: dónde él cree estar y dónde está en realidad.
Jacob levanta un altar y hace
una promesa:
vv. 16 – 22
·
Cuando Jacob se despierta, le “cae la ficha”: “¡Dios estaba aquí, y yo no
me había dado cuenta!” Tuvo miedo, en el sentido del “temor de Dios”,
es decir del inmenso asombro ante una presencia tan grande frente a su propia
pequeñez. Le nace a Jacob entonces el sentido de una gran responsabilidad. Es
decir, siente el compromiso de darle a Dios una respuesta.
·
La respuesta es un signo religioso. Levanta
un altar con la piedra que le sirvió de almohada. Esta piedra que le sirvió
para reposar su cuerpo cansado, ahora es reposo en la presencia grande y
providente de Dios. Esta piedra la erige como signo para indicar que no
quiere olvidar lo que ha ocurrido, para ponerla como testimonio entre él y
Dios. La piedra que normalmente está volcada en la tierra, es puesta en alto
como un mojón en el camino, como memorial de una experiencia vivida hondamente,
imposible de olvidar. Cuando vuelva a pasar por allí, Jacob vera la piedra y recordará esta experiencia fundante con
su Dios.(Gn. 35, 1ss.) La piedra-altar es el signo de que Dios le ha hablado y
él ha escuchado. Es un “memorial”
·
Un segundo signo que hace con la piedra es la unción.
Como el aceite penetra allí donde es derramado, así el Espíritu de Dios penetra
y expresa la sacralidad de lo ungido, su pertenencia al Señor. La piedra, al
ser ungida, tiene un nuevo significado y un nuevo fin: se convierte en altar.
·
Altar ungido, ¿signo de qué? Jacob hace un voto, responde a la promesa con otra promesa. La alianza, así, está sellada entre él y
su Dios. Esta alianza llena de sentido
el horizonte de su viaje, Jacob que comenzó solo el camino, lo vive ahora como proyecto entre él y Dios: “Yo estoy
contigo...” (v.15) Su historia, su camino, su existencia terrena ha quedado ligada a Dios (el término “religión” deriva de re-ligar), a lo
trascendente, más allá de lo terreno y llena de esperanza. Se afianza en él la conciencia religiosa.
¿Qué es un sacramento?
Organismo sacramental pleno: realidades sacramentales
y dimensiones del sacramento
1. Delimitación y
extensión del concepto de sacramento
Durante mucho tiempo ha existido en
la iglesia un concepto restrictivo de sacramento. Se usaba la palabra solo para
referirse a los siete sacramentos o ritos sacramentales de la Iglesia. Pero tal
restricción es un empobrecimiento. La realidad sacramental no queda
suficientemente expresada si se reduce al conjunto de los siete sacramentos.
Existen otros centros de sacramentalidad.
Durante los doce primeros siglos la
palabra «misterio», «sacramento» se emplea también para
otras realidades tales como Cristo, la Iglesia, la Escritura, la Pascua, la
Encarnación, la Cuaresma…. Solo a través de un lento proceso se llegó a una
clara diferenciación entre los «sacramentos mayores» (bautismo y eucaristía) y
los «sacramentos menores» (el resto), y entre estos y los simples «signos
sagrados» (los que solo remiten a una realidad sagrada, pero no santifican).
La controversia con los protestantes
llevó a una clarificación y utilización más estricta del concepto de
sacramento. En adelante se usaría el término “sacramento” para las realidades que cumplían con estos requisitos:
- instituidos por Cristo –
directamente por él o a través de la iglesia primitiva -, (es decir que Cristo haya querido que tal
signo signifique determinada
gracia)
- estructura de palabra-signo (palabra y gesto o “materia y forma”:
por ej: gesto o materia: el agua que se derrama; palabra o forma: “yo te
bautizo en el nombre….)
- eficacia real: no solo significan sino que realizan lo que expresan o
significan (lo que la teología llama «ex opere operato»)
- intención por parte del
ministro, (para
que el sacramento sea válido, por parte del que administra el sacramento
debe haber intención de hacer lo que expresa)
- disposiciones por parte del
sujeto
(para que el sacramento sea eficaz requiere la fe del que lo recibe; el
sacramento es sacramento de la fe del creyente y de la fe de la Iglesia)
El Vaticano II ha utilizado la
expresión “sacramento” aplicándola a Cristo, a la Iglesia y en un sentido más
amplio al cristiano, a todo hombre, a las realidades creadas. Hoy no se duda en
aplicarla a otras realidades que desbordan los 7 sacramentos.
Si «sacramento» significa
fundamentalmente la “manifestación en
visibilidad histórica del don invisible de la gracia de Dios”, no hay inconveniente en aplicarlo a otras
realidades que no sean los siete sacramentos.
Se amplía el círculo de la
sacramentalidad pero no se niega la verdad del sacramento. Se comienza a hablar
entonces de “sacramento en sentido amplio” y “sacramento en sentido estricto”. La
distinción nos manifiesta la riqueza y complementariedad. Al hablar de
“sacramento” será necesario hacer una determinación, p.ej. “Cristo sacramento”
o “el sacramento del bautismo”-
2. Sacramentos e
historia de la salvación
Estructura sacramental de la historia salvífica
La historia de la salvación es
historia humana en cuanto llena de la presencia de Dios y determinada por sus
intervenciones salvíficas. Con la venida de Cristo, esta presencia, este
estar-con y para, se intensifica hasta un grado insospechado. Dios que ya se
manifiesta en lo creado viene ahora a manifestarse en la carnalidad de lo
humano por su Hijo. Creación y encarnación son los dos hitos
articulantes de una presencia histórica de Dios entre los hombres para la
salvación. Son los dos ejes de la
estructura sacramental de la historia.
Y esta estructura se manifiesta
precisamente porque la misma historia se desarrolla en una correspondencia y
complementariedad permanente entre palabra
y signo. Si la palabra ilumina y
descubre el sentido de la acción, ésta confirma y realiza toda la eficacia de
la palabra. Las palabras tienen de alguna manera carácter de acción porque cumplen lo que dicen. Y lo mismo los
signos porque revelan el poder y la
gloria de Dios.
Así en el relato de la creación en
el Génesis: lo que Dios dice, se realiza. “Entonces
Dios dijo: Que exista la luz” y la luz existió” (1, 3)
La presencia de Dios en la historia
es activa y «esencial». Dios actúa dándose, comprometiéndose, comunicándose,
haciéndonos partícipes de sí mismo. El estar de Dios en la historia llenándola de
su presencia y actividad, de su amor y de su gracia, es lo que da a la historia
la estructura sacramental que la impregna.
Los sacramentos recapituladores del lenguaje sacramental
de la historia de salvación:
El lenguaje sacramental de la
historia salvífica tiene su mayor concentración y expresión en los sacramentos
de la Iglesia en el tiempo que va desde
la Ascensión a la Parusía. Su estructura y dinámica es la presencia del don invisible en la forma visible, la
manifestación de dicha presencia en la «correlación» palabra-signo.
En la historia salvífica Dios es el
iniciador de un diálogo entre Él mismo, el hombre, y el mundo, que se
desarrolla progresivamente a través de personajes y acontecimientos por los
cuales se produce la donación de su gracia y la respuesta de fe. Puede hablarse
entonces de «dialogantes», «personajes» y «constituyentes» de la historia
salvífica:
-
Llamamos
«dialogantes» a Dios, al hombre y al
mundo. Los tres son necesarios.
-
Llamamos
«personajes» a aquellos que, en cada
etapa o momento de la historia, personifican y protagonizan el diálogo o
encuentro de salvación. De parte de Dios serán Cristo y el Espíritu, en cuanto
enviados. De parte del hombre, son aquellos interlocutores principales elegidos
por Dios por ej. Moisés. De parte del mundo, serán los conocimientos de la
realidad creada, la civilización, la cultura, el progreso de cada momento
histórico, a partir y desde el cual se realiza el diálogo de salvación.
-
Llamamos
«constituyentes» a aquellas
condiciones necesarias, por parte de cada uno de los dialogantes, para que
pueda darse el diálogo o encuentro de salvación. Por parte de Dios serán la
revelación y la gracia. Por parte del hombre, su libertad y su fe. Del mundo,
acontecimientos humanos y mundanos.
Los sacramentos son la expresión
eclesial más significante de una continuidad de este diálogo salvador, en el
que se encuentran los mismos dialogantes, personajes y constituyentes.
Cristo sacramento original
- Una confesión de fe permanente
de la Iglesia
En los evangelios, la encarnación
aparece como el signo por excelencia del Nuevo Testamento. Cristo entra en la
historia humana como un signo-sacramento. Es la sacramentalización radical y
culminante de la presencia pre-existente de Dios en medio de los hombres.
Cristo es el proto-sacramento (= primer sacramento, primero no en sentido
cronológico sino fundamental, prototipo de todo sacramento) que visibiliza el
amor y la gracia de Dios de modo supremo. Es el lugar más eminente de la
presencia y encuentro con Dios (leer Heb. 1,1).
Es “el” sacramento.
- Riqueza y dimensiones de la
sacramentalidad de Cristo
-
Cristo
es sacramento por su ser, «Y
el verbo se hizo carne» (Jn. 1,14). El hecho de haber asumido una naturaleza
humana, y haber manifestado así corporal y visiblemente la bondad de Dios, hace
de él un verdadero sacramento. Por ser Dios, es capaz de revelarnos fielmente
los planes del Padre; por ser hombre es capaz de representarnos perfectamente
ante Dios. “Quien me va a mí, ve a mi
Padre” (Jn. 14, 8-11); “El es la
imagen de Dios invisible” (Col. 1, 15)
-
Cristo
es sacramento por su obrar,
por su verdad ética, acción mesiánica y salvadora, manifestada en sus palabras,
actitudes y gestos. Estos actos no solo manifiestan su ser sacramental, sino
que son por si mismos sacramentales, son salvadores, causa de gracia. “Las
obras que hago no son mias,” (Jn. 14, 10)
-
Cristo
es sacramento por sus actos
privilegiados, aquellos en los cuales manifiesta de un modo especial su
poder salvador. Los milagros, el perdón de los pecados, el dar de comer su
cuerpo y de beber su sangre y su muerte y resurrección, Misterio Pascual.
“¿Quién es este que hasta persona los pecados?” (Mc. 2, 7)
La sacramentalidad de Cristo es el
fundamento radical de los sacramentos. Es paradigma de toda sacramentalidad. Es
sacramento “tipo” o prototipo de todo sacramento.
La Iglesia sacramento principal
Cristo es el único sacramento
original de salvación. Pero es necesaria una prolongación histórica, terrestre
y visible del Cristo Resucitado. La Iglesia, con sus sacramentos, será esa
prolongación de ese sacramento que es Cristo. Ella es el signo-instrumento
fundamental de esa gracia redentora, victoriosa y definitiva.
-
La
Iglesia es sacramento por su mismo ser.
La Iglesia no es una simple institución más, lo institucional en la Iglesia es
su parte visible. La Iglesia es un “misterio”-
sacramento - . La esencia de la sacramentalidad de la Iglesia consiste en su
mismo ser divino-humano, visible-invisible, salvífico-social. A través de sus
elementos visibles, expresa, remite y hace presente el misterio invisible de la
gracia de Cristo, del don del Espíritu, de la salvación. Por su ser la Iglesia
depende totalmente de Cristo y del Espíritu, y por eso es sacramento de ellos.
-
La
Iglesia es y debe ser sacramento por
su obrar, por su comportamiento ético por su testimonio en el mundo.
Por sus palabras, actitudes, obras, por su vida entera. Es preciso que en la
visibilidad de sus obras, en la verdad de su testimonio, justicia y amor
aparezca la alianza de Dios con los hombres, la presencia de la salvación.
Siempre deberá reconocer su limitación., su distancia del ideal, su necesidad
de purificación y conversión, porque también es humana y peregrina. ¡Aun no es
lo que está llamada a ser!
-
Es
sacramento por los signos privilegiados
por los que manifiesta su sacramentalidad. La Iglesia garantiza la continuidad
histórica de la salvación. Pero es preciso que esta salvación se realice
también en los sujetos y los miembros de la Iglesia. Esto lo cumple a través de
los signos privilegiados: la Palabra,
los siete sacramentos y la caridad.
El hombre, el cristiano «sacramento»
existencial
La historia de la salvación tiene
una estructura sacramental que se manifiesta de modo especial en su carácter
interpersonal, e implica la intervención del hombre.
- Todo hombre es
«signo-sacramento» de Dios y de Cristo
El hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios. Todo hombre, por el hecho de existir, es imagen, signo
visible de ese mismo Dios.
Más todavía, para un creyente, todo
hombre, bautizado o no, es sacramento del Cristo, en cuanto que en él nos
encontramos con el Cristo vivo que padece hambre, sed, enfermedad, desnudez,
cárcel. (Mt. 25, 31 ss) La encarnación del Verbo es signo privilegiado de
Cristo. Cada persona es memoria permanente de Cristo. Todo hombre es “sacramento”
Este hombre, aunque no sea bautizado
y creyente, no es extraño a la gracia de redención. Esta opera en toda vida
humana.
Lo que la Iglesia nos da de manera
explícita (ser hijos de Dios, la comunión con Dios, etc.), está de manera
implícita en la existencia humana concreta. En la Iglesia se devela y se
celebra, explicitando asi lo que estaba implícito.
- El cristiano «signo-sacramento»
de Cristo y de la Iglesia
Por la fe el cristiano no solamente
es sacramento sino que también lo sabe.
Esta es la diferencia con el no creyente. Además vive su sacramentalidad
eclesialmente.
Es al mismo tiempo sacramento de
Cristo y de la Iglesia.
-
Por su ser, la doble polaridad divino-humana
es una realidad concreta, visible, abordable y por la gracia es invisible y
espiritual. Los Padres de la Iglesia dicen que el cristiano porta en sí mismo
la imagen y la vida de Dios y de la Iglesia.
-
Por su obrar, por su comportamiento ético y por su
testimonio. La autenticidad de la vida, el testimonio, el compromiso, han de
ser una real manifestación visible de la realidad escondida y misteriosa del
ser cristiano, allí donde se desenvuelve el drama de la vida humana. La gran
tragedia es la de convertirse en un anti-signo o anti-testimonio. (lo
posibilitante y amenazante del testimonio de un cristiano)
-
Por sus signos privilegiados. La vida del hombre, y del cristiano, está
tejida de continuidad y de momentos fuertes, de lo ordinario y lo
extraordinario, de los tiempos normales y de los ritmos intensos, crisis
humanas y crisis de fe, celebraciones de fe. Por cómo vive y afronta esos
momentos fuertes y extraordinarios, es donde hay que situar los signos
privilegiados. Cuando el cristiano en
nombre de Dios, habla, perdona, anuncia, celebra sacramentos , practica la
caridad
Las celebraciones sacramentales son
signos privilegiados de la sacramentalidad de la vida cristiana. Los
sacramentos son signos de la vida real del creyente, de nuestra forma de vivir
y estar en el mundo y con los demás; actos por los cuales afirmamos y expresamos
nuestra existencia humana, impregnada de un sentido nuevo en la vida, muerte y
resurrección de Cristo.
La celebración hace existir de un
modo nuevo, de una manera objetiva y constatable, aquello que habitualmente
permanece escondido, y que en fondo es frágil, ambiguo y fluido.
La vida del hombre está jalonada de
acontecimientos decisivos, de situaciones especiales, en las que se ve urgido a
dar una respuesta, a ser y aparecer como sacramento.
El anuncio del evangelio es un signo
privilegiado de la sacramentalidad del cristiano.
Todo acto que, estando en el orden
del servicio a la Palabra, manifiesta externa y públicamente el misterio y la
presencia de la salvación que anuncia. Desde un testimonio y una experiencia
personal, es un acto cargado de sacramentalidad, en la misma línea de los actos
de Cristo predicador.
La naturaleza, la ecología y el cosmos: su
valor sacramental
- La creación como palabra y
signo
Para entender esto hay que partir de
la acción creadora de Dios y de la existencia creada de la criatura,
especialmente del ser humano.
Todo lo creado, en la medida que es
una realidad proveniente de Otro, remite y expresa a ese Otro, se convierte en
palabra y signo de este. La realidad creada, en su condición de palabra, tiene
una función mediadora cuyo origen y eficacia provienen del mismo Dios creador,
y cuya finalidad es la reconducción hacia Dios, como presencia actuante y como
meta. Lo creado, como expresión de Dios, es una primera y fundamental palabra
de Dios pero no es definitiva. La naturaleza ya nos habla de Dios.
No es solamente el sentido que el
hombre encuentra en las cosas, es también el
sentido que les da, al dominarlas, humanizarlas, convertirlas en expresión
de su interioridad y de su vida, lo que hace de ellas un sacramento.
Humanizadas, las cosas dejan de ser meros objetos, se convierten en señales y
símbolos del encuentro, del amor, de la tragedia, del esfuerzo, de la vida que
en ellas se puso (el sacramento del mate)
Todo lo creado tiene una fuerza sacramental. Pero es el hombre el que, al quedarse
prendido en las cosas, humanizándolas, hace de ellas un “sacramento”.
Razones por las que los sacramentos son una
necesidad natural para el hombre
- Pueden resumirse la necesidad
de los sacramentos en general de la siguiente manera:
Þ Por su realidad antropológica: los sacramentos son una necesidad coherente
con la naturaleza encarnada del hombre. El hombre necesita signos y símbolos porque existe simbólicamente; necesita
sacramentos porque existe sacramentalmente. Una expresión y comunicación de la Gracia
adaptada a su condición corporal sensible, para significar y concretar el
encuentro con Dios, reclama los sacramentos.
Þ por la dinámica de la Encarnación: la Iglesia es de algún modo la prolongación
histórica de la encarnación. Y esta prolongación tiene sus concreciones más
evidentes e inmediatas en los sacramentos.
Þ por la dinámica de la salvación: la Iglesia como comunidad y pueblo de Dios,
garantiza fiel y objetivamente la continuidad histórica de la salvación. Pero
al componerse de miembros particulares la salvación debe llegar y hacerse
accesible a cada uno de sus miembros, en formas visibles y concretas. Los sacramentos santifican los diversos
aspectos y tiempos de la vida humana. Más que necesarios para la salvación
aparecen como necesarios para que la misma salvación aparezca como realidad
ofrecida a mí.
-
Por la acción del Espíritu: la salvación se realiza en la
historia de manera concreta por la acción del Espíritu. Es el Espíritu de Jesús
que salva “a través de”
-
Por el ser de la Iglesia: la Iglesia, sacramento de
salvación, necesita de los sacramentos para ser ella misma, y para cumplir la
misión que Cristo le ha encomendado. Los sacramentos, al ser acontecimientos
eclesiales, expresan y realizan la identidad y el obrar de la misma Iglesia.
-
Por la realidad de la naturaleza: es necesario que la realidad
material-cósmica, también herida por el pecado y necesitada de salvación, se
incorpore a la obra actualizadora de dicha salvación por los sacramentos. (Rm.
8, 18-22)
- Conclusión:
Estructura y esencia de la sacramentalidad
-
A
la esencia de la sacramentalidad corresponde la vinculación, puente, entre lo divino y lo humano.
-
También
la doble polaridad visible-invisible. La sacramentalidad consiste en la
capacidad de comunicación y la tensión entre lo visible y lo invisible. Lo
visible se hace “transparencia” de lo
invisible
-
Por
lo mismo, la ambivalencia (posibilitante y amenazante en la práctica pastoral),
el claroscuro, la totalidad no plena; el sacramento “muestra y oculta” al mismo
tiempo. Por eso es una zona de misterio y pide la fe.
Pbro. Martín Fassi