CATEQUESIS POR RADIO. ESCUELA RADIAL DE CATEQUESIS: 08/29/13

jueves, 29 de agosto de 2013

MORAL 3 ARTÍCULOS SOBRE ABORTO, EUTANASIA, DOLOR

http://www.aica.org/amplia.gif

     



No se puede reducir el cristianismo sólo a la dimensión moral
Martes 14 May 2013 | 08:49 am
La Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata y presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica, monseñor Héctor Aguer, explicó en su reflexión televisiva de este sábado en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, emitido por América TV, que no se debe reducir el cristianismo sólo a la dimensión moral lo que constituye “un enfoque reduccionista” y “no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”.

El arzobispo de La Plata y presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica, monseñor Héctor Aguer, explicó en su reflexión televisiva de este sábado en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, emitido por América TV, que no se debe reducir el cristianismo sólo a la dimensión moral lo que constituye “un enfoque reduccionista” y “no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”

“Hoy como en otras oportunidades -comenzó diciendo el prelado- comenzaré mi breve reflexión con una pregunta: ¿es el cristianismo una moral? Es decir: ¿se puede reducir el fenómeno del cristianismo a la dimensión moral?”

“Planteo esta cuestión porque tiene su interés y además tiene sus fundamentos históricos. Existe una cierta tendencia, en gente que no conoce bien la realidad cristiana, a reducir el cristianismo a una dimensión moral. Incluso dentro de la Iglesia se da también, muchas veces, un enfoque reduccionista”.

“Se piensa, por ejemplo, que es muy importante el estilo de vida cristiano. Es verdad que el estilo está en buena medida en relación con la credibilidad de la verdad cristiana. Pero no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”.

“En algún momento se acentuó por ejemplo la problemática sexual. Y ha sido muy criticada la Iglesia, y yo creo que equivocadamente, como que había reducido toda la problemática moral a la esfera sexual. Ahora hay otra tendencia distinta, lo sexual ya no importa para nada, como si no fuera el objeto de dos mandamientos de la ley de Dios. La importancia actual está en la cuestión social, el problema de la justicia; y también se suele hacer una especie de reduccionismo ético del cristianismo a la problemática de la Justicia, los derechos humanos y demás”.

“No se advierte -señaló- que el cristianismo es un misterio y que la fe hace referencia a ese misterio. Con misterio quiero decir las verdades reveladas por Dios, por medio de Jesús. Misterio de la presencia misma de Dios y su gracia a través de los sacramentos de la Iglesia, del culto divino. Misterio, además, porque la gracia cristiana nos lleva a una relación personal con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

De allí que “no se puede reducir el cristianismo a su dimensión moral. Más aún muchas veces esa reducción moralista del hecho cristiano se hace en términos en los cuales no aparece la gracia de Dios. Como si todo fuera cuestión del esfuerzo personal, tener claro el ideal y luego alcanzarlo con el esfuerzo de mi voluntad y libertad”.

Monseñor Aguer afirmó que esa reducción “es un gravísimo error que viene del siglo V y se llama pelagianismo”, y explicó que Pelagio era un monje inglés que afirmaba que el hombre con su sola libertad podía hacer el bien sin necesidad de una gracia interior que moviera su voluntad. “No se daba cuenta, Pelagio, del peso del pecado original”, señaló.

Luego indicó que por eso es necesario comprender que “el Cristianismo es un misterio, un misterio de verdad, de gracia, de amor divino que transforma nuestro corazón. Sin la gracia de Dios no podemos cumplir íntegramente la ley divina, ni siquiera en aquel estatuto elemental primario que diríamos es la ley natural inscripta en la conciencia del hombre. Necesitamos de la gracia Dios”.

El arzobispo platense concluyó su reflexión diciendo que “sin duda el cristianismo incluye también una moral, una dimensión ética, un modelo de vida, pero ese modelo de vida es incomprensible y es irrealizable sin el contacto vital con Cristo Redentor y con su gracia. Es muy importante recordar esto porque cuando se habla de estas cosas es muy fácil incurrir en la confusión”.+


Mons. Bitar precisó dichos suyos que fueron tergiversados
Jueves 12 Abr 2012 | 17:09 pm
Buenos Aires (AICA):
En una carta a los católicos de la diócesis, el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, reiteró la postura de la Iglesia sobre el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró “no punible” el aborto en caso de violación y aclaró que opiniones suyas sobre este tema “tan doloroso” fueron tergiversadas “por ignorancia periodística o por mala voluntad” y que repercutieron en todo el país. Manifestó en este sentido que “nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.
En una carta a los católicos de la diócesis, el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, reiteró la postura de la Iglesia sobre el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró “no punible” el aborto en caso de violación y aclaró que opiniones suyas sobre este tema “tan doloroso” fueron tergiversadas “por ignorancia periodística o por mala voluntad” y que repercutieron en todo el país.

Manifestó en este sentido que “nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.

Tras ratificar que con el aborto “paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte”, se dirigió a las mamás embarazadas: “Un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”.

“Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo”, subrayó.

Texto completo de la carta
“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado” (Jeremías 1,5)

Queridos hermanos:

A raíz de la notoriedad que tomaron opiniones vertidas en una breve entrevista periodística realizada en Cerro Monje (San Javier) el pasado Viernes Santo, y conociendo que algunas de mis palabras acerca de un tema tan doloroso como es el aborto fueron tergiversadas (por ignorancia periodística o por mala voluntad), deseo en primer lugar, reiterar el contenido del mensaje del pasado 25 de marzo, “Día del Niño por nacer”:

“Saludo a todas las madres embarazadas, a quienes en nombre de Dios y de sus hijos les decimos ¡Gracias por el sí a la vida! ¡Gracias por dar al niño ya concebido en el seno materno la oportunidad de nacer!
Unido a la comunidad Diocesana, manifiesto el más absoluto rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia, que abre paso para “legalizar” el aborto -muerte- de niños en el seno de la madre, concebidos en una violación.

Paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte.

Cuando por estos días el país se conmovió por el asesinato de un niño de seis años de manos de su madre ¿no es una contradicción que se autorice la muerte de inocentes que no pueden defenderse?

Cuando en estos días hacemos memoria de los crímenes del terrorismo de Estado en los años de la dictadura militar ¿no es una contradicción que un Estado democrático no defienda los “derechos humanos” de los más pequeños e indefensos y autorice, e incluso pueda llegar a obligar a médicos a destruir vidas inocentes? ¿No estamos ante las puertas de un “silencioso” pero sangriento genocidio?

Querida mamá embarazada: “un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”. Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo.”

En segundo término, manifiesto que nunca dije que “los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria”. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista.

En tercer lugar, si lo que ha impresionado a algunos es el término “genocidio”, esta palabra significa “muerte masiva de personas”. Si consideramos que el aborto “legal” provoca más de 50.000.000 de víctimas por año, constatamos que supera las muertes de todas las guerras del siglo XX, inclusive las dos guerras mundiales. (Datos: Fundación “Nueva Cristiandad”, sep.1994). Por eso, en la oración del Viernes Santo en Cerro Monje, pedimos “que esta triste realidad se aleje (no se haga presente) de/en nuestra patria”.

Es oportuno recordar parte del mensaje de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina de agosto del año pasado: “Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente.” (159 Reunión Comisión Permanente de la C.E.A. 18/08/11).

Asimismo el Padre Víctor M. Fernández, Rector de la UCA escribió en noviembre pasado: “El derecho a la vida es el más elemental. Si se lo niega, se debilitan todos los demás. Es verdad que hay otras faltas de respeto a la vida, por ejemplo la lucha de los pobres, los privados de salud para acceder a una atención adecuada, la violencia, la inseguridad, y tantas otras formas de desprecio a la vida humana. Pero si en lugar de enfrentar esos graves problemas sociales optamos por atentar contra la vida por nacer, no hacemos más que agregar muerte a ese panorama sombrío. Tratemos de apuntar más alto y de sostener un profundo respeto por la dignidad de los más débiles. No es inocente ni inofensivo abrir la puerta al aborto. Algunos lo festejan alegremente, pero una lógica de muerte sólo provocará más muerte y tristeza” (La Nación, 03/11/11)

Por último, comparto algunos cuestionamientos, que sé que ustedes también los tienen:

Llama la atención el silencio de muchos profesionales de la salud, que conocen bien que el embrión es una vida humana distinta y no un pedazo de la mujer, o un órgano más del cual se puede prescindir.

Llama la atención el silencio de organismos de Derechos Humanos y grupos ecologistas. Da la impresión que los “derechos” son sólo para algunos y no para todos. ¿Cómo reaccionarían, por ejemplo, si en Argentina se estableciera la pena de muerte para violadores o traficantes de droga? ¿Qué decir de aquellos que sólo defienden animales y plantas, pero callan acerca de los niños no nacidos?

Llama la atención el silencio de muchas autoridades políticas, de muchos medios de comunicación, de instituciones sociales e incluso de representantes de otros credos religiosos.

Como argentinos a lo largo de la historia, hemos pagado caro el silencio. En esta encrucijada, si nosotros no hablamos ¿quién hablará?, ¿quién será voz de las criaturas que no tienen voz?

Mi bendición pastoral

El nuevo “tabú” es la incapacidad para asumir el sufrimiento

Posadas (Misiones), 2 Set. 11 (AICA)


“Notamos que se dan en la realidad situaciones de sufrimientos y dolor, fruto de la inseguridad, corrupción, pobreza y otras formas de injusticia que se originan en la ruptura del hombre con Dios y con sus hermanos, desdibujando la profunda dignidad de cada varón y de cada mujer adquirida por ser imagen y semejanza del Creador”, advirtió el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, en su reflexión semanal.

     El prelado consideró que frente a “esta realidad causada por los pecados de los hombres se agregan los sufrimientos, dolores y enfermedades que siempre se dan en la realidad humana” es necesario “asumirla y vivirla desde las enseñanzas de Jesucristo”.

     “Desde ya que los males causados por las injusticias que se van estructurando socialmente, requieren como respuesta un compromiso activo del cristiano, llamado a transformar las realidades temporales. Por eso en el texto ‘Jesucristo, Señor de la Historia’, editado por los obispos argentinos con motivo del año jubilar, dice: ‘Los creyentes encontramos en nuestra fe un nuevo motivo para trabajar en la edificación de un mundo más humano’ La esperanza en un futuro más allá de la historia nos compromete mucho más con la suerte de esta historia. ¡Cómo deseamos que esta esperanza activa empape la conciencia y la conducta de cada uno de nuestros hermanos!”, recordó en su reflexión semanal.

     El obispo alertó que “estas afirmaciones se distancian de muchas posturas de grupos religiosos o sectas, o bien tendencias dentro de la misma Iglesia, que tienen un planteo pasivo y conformista del mundo. Estos planteos religiosos decimos que son alienantes, porque generan una ruptura entre la fe y la vida, o bien entre la fe y los compromisos ciudadanos del cristiano”.

     Asimismo, lamentó que haya “muchas doctrinas que se distancian de este mensaje y es conveniente reflexionar sobre esto para discernir sobre dónde estamos parados”.

     Monseñor Martínez reveló que “un psicólogo me señalaba con mucha sabiduría que el nuevo ‘tabú’ de nuestra época ya no es el sexo, y esto es evidente. El ‘tabú’ actual es la incapacidad de asumir los sufrimientos. La misma fe a veces es presentada por algunos grupos religiosos de una manera light. A veces para ganar seguidores, hacen ‘proselitismo’ y silencian las exigencias del Evangelio y realizan ofertas milagrosas o bien prometen solucionar todos los problemas y eluden el sentido del sufrimiento cristiano y ‘la cruz de cada día’”.

     “Evidentemente Dios puede obrar milagros, pero paganizamos el sentido que tienen cuando creemos lograrlo con nuestras fórmulas un tanto mágicas. Debemos revisar cómo es nuestro seguimiento de Jesús y si en nuestra fe incorporamos el misterio Pascual, el sentido del sufrimiento, la muerte y la Vida”, concluyó.+

Reclaman garantías para llevar a la práctica ley de “muerte digna”

Buenos Aires, 15 May. 12 (AICA)

hermana Elena Lugo
La hermana Elena Lugo, del Comité de Bioética Padre Kentenich, señaló que “la ley propuesta sobre la ‘muerte digna’, según la describe la prensa local, apunta en la dirección de una participación democrática del paciente y su familia en las decisiones cruciales al final de la vida e intenta superar la mecanización del proceso del morir”.

     La religiosa enumeró, sin embargo, ciertas cuestiones que deben garantizarse para que la normativa se lleve a la práctica con “legitimidad y autenticidad ética”:

     a) los pacientes y su familia  reciban la  formación adecuada para evaluar la proporcionalidad –desproporcionalidad de las terapias y  discernir los beneficios de una determinada terapia en relación al deber de toda persona de cuidar de su vida y promover la salud.

     b) los profesionales deben cuidar de no influir por economizar costos y  evitar atenciones de  complejidad en las que el paciente se sienta motivado a rechazar terapias beneficiosas para  no ser carga económica, asistencial o emocional.

     c)  la institución debe promover el cuidado paliativo real y completo, así como fomentar el programa de hospicio, alentando a los pacientes a encontrar la solidaridad en el morir y no adelantarse precipitadamente en rechazar terapias que proporcionen algún beneficio.

     d) discernir entre el cuidado básico irrenunciable como  la alimentación e hidratación artificial,  en cuanto que asiste al sistema digestivo y asimilador,  al cual no se  debe renunciar excepto cuando la agonía indica falta de asimilación  y desvío del proceso natural del morir.

     e) por último, la autonomía del paciente debe balancearse con la integridad profesional orientada al bienestar total de la persona enferma y evitar todo mal físico, psíquico y espiritual incluso el reducir la experiencia del morir a una decisión individualista.

     Informes:
www.familia.org.ar .+

ABORTO - Víctor Manuel Fernández
CUESTIONES MUY SENSIBLES EN TORNO DEL ABORTO

Por Víctor Manuel Fernández

Los ar­gen­ti­nos po­de­mos re­sol­ver los pro­ble­mas sin arrancarle la vi­da a un ino­cen­te an­tes de que pue­da de­fen­der­se. ¿Có­mo re­suel­ven un pro­ble­ma los sec­to­res más au­to­ri­ta­rios? Eli­mi­nan­do a los dé­bi­les. La po­lí­ti­ca de vio­la­ción de los de­re­chos hu­ma­nos que aver­gon­zó a nues­tro país ha de­ja­do pro­fun­das se­cue­las en la cul­tu­ra ar­gen­ti­na. Por­que aun los sec­to­res pro­gre­sis­tas con­ti­núan con la mis­ma ló­gi­ca: re­sol­ver un pro­ble­ma de ma­ne­ra prag­má­ti­ca, ani­qui­lan­do al mo­les­to.
Apa­ren­te­men­te nues­tra so­cie­dad cre­ció en el re­co­no­ci­mien­to de los de­re­chos hu­ma­nos fun­da­men­ta­les. Pe­ro el de­re­cho a la vi­da es el más ele­men­tal. Si se lo nie­ga, se de­bi­li­tan to­dos los de­más. Si apa­re­ce al­gu­na ex­cu­sa pa­ra eli­mi­nar una vi­da hu­ma­na ino­cen­te, siem­pre apa­re­ce­rán ra­zo­nes pa­ra bo­rrar una vi­da hu­ma­na: por­que tie­ne al­gu­na dis­ca­pa­ci­dad, por­que es de­men­te, por­que es an­cia­no, por­que es de­for­me, por­que es pe­li­gro­so…
¿Por qué no? ¿Qué ra­zón de fon­do nos que­da­ría pa­ra de­fen­der una vi­da hu­ma­na, más allá de las con­ve­nien­cias prag­má­ti­cas?

Más allá de la apa­rien­cia

De­bi­do a la pe­que­ñez del em­brión, que ni si­quie­ra se ve, uno co­rre el ries­go de ig­no­rar su va­lor. Mu­chos se in­cli­nan a creer que es un pe­da­zo de la mu­jer, una es­pe­cie de vís­ce­ra pres­cin­di­ble. Sin em­bar­go, hay una di­fe­ren­cia in­men­sa: un ór­ga­no de la mu­jer tie­ne su mis­mo có­di­go ge­né­ti­co, pe­ro el em­brión no. Es otro ser, dis­tin­to de un óvu­lo, dis­tin­to de la ma­dre. Su có­di­go ge­né­ti­co ya tie­ne to­das las ca­rac­te­rís­ti­cas que ten­drá ese hu­ma­no adul­to nue­vo y ori­gi­nal. Só­lo le fal­ta de­sa­rro­llar­se. Por eso no pue­de ser ex­tir­pa­do co­mo quien se ope­ra de un tu­mor. ¿No es evi­den­te que se trata de al­go más? Sien­do así las co­sas, el abor­to no es una op­ción que se vuel­va lí­ci­ta en de­ter­mi­na­das cir­cuns­tan­cias.

Mu­je­res que su­fren

Sin du­da debemos cre­cer mu­cho en el res­pe­to a los de­re­chos de las mu­je­res. La vio­len­cia do­més­ti­ca y la dis­cri­mi­na­ción la­bo­ral, por ejem­plo, son in­to­le­ra­bles. Pe­ro ese ser in­de­fen­so que es­tá tra­tan­do de na­cer tam­bién pue­de ser una mu­jer. Más allá de su pe­que­ñez tie­ne to­dos los de­re­chos hu­ma­nos, por­que es una vi­da hu­ma­na nue­va.
¿Pue­de la mu­jer adul­ta de­ci­dir li­bre­men­te so­bre la vi­da de esa otra mu­jer frá­gil que lle­va en su vien­tre? Si la ra­zón es que no pien­sa o no ha­bla, ¿qué ha­re­mos con esos ni­ños de diez años que por di­ver­sas ra­zo­nes tie­nen muy re­du­ci­da su ca­pa­ci­dad de ra­zo­nar? Una ma­dre que dio a luz a un hi­jo dis­ca­pa­ci­ta­do po­drá su­frir mu­cho, pe­ro sa­be que no pue­de su­pe­rar su do­lor ase­si­nán­do­lo. Las res­pues­tas siem­pre ten­drán que bus­car­se en otra par­te, no en la muer­te. La mu­jer vio­la­da es una víc­ti­ma que en­fren­ta una an­gus­tia a ve­ces atroz. Pe­ro ¿va­mos a eli­mi­nar su do­lor con­vir­tien­do en víc­ti­ma a esa vi­da nue­va que cre­ce den­tro de ella?
Esa an­gus­tia no se sa­na con­vir­tien­do al más frá­gil en la va­ria­ble de ajus­te, y no hay ar­gu­men­tos pa­ra que ese pe­que­ño, tan hu­ma­no co­mo su ma­dre, de­ba pa­gar ­los erro­res aje­nos. Él es un ser úni­co, lla­ma­do a la vi­da, más allá de la for­ma co­mo ha­ya si­do en­gen­dra­do. Tam­bién hay lu­gar pa­ra él o pa­ra ella. No es hu­ma­no re­sol­ver un mal con otro mal, fa­vo­re­cer a un dé­bil en con­tra de otro.

Las mu­je­res po­bres

Hay un ar­gu­men­to que no se pue­de to­mar a la li­ge­ra: se di­ce que, mien­tras las mu­je­res ri­cas pue­den en­con­trar y pa­gar lu­ga­res don­de abor­tar sin ries­gos, no su­ce­de lo mis­mo con las po­bres, que así se ven ex­pues­tas a los ma­yo­res ries­gos sa­ni­ta­rios. En es­te, y en cual­quier otro con­tex­to, ne­ce­sa­ria­men­te uno vuel­ve a pre­gun­tar si eso se re­suel­ve mu­ti­lan­do y des­tro­zan­do la vi­da de ese ni­ño po­bre que cre­ce en el se­no de su ma­dre.
Por otra par­te, hay que agre­gar que es­ta ar­gu­men­ta­ción sue­le pro­ve­nir de sec­to­res aco­mo­da­dos que des­co­no­cen la cul­tu­ra de la ma­yo­ría de las mu­je­res po­bres. Pa­ra ellas los hi­jos son el ma­yor o el úni­co te­so­ro. Pa­ra ellas es par­ti­cu­lar­men­te trá­gi­co abor­tar, y ge­ne­ral­men­te lo vi­ven co­mo una pro­fun­da hu­mi­lla­ción, co­mo una ne­ga­ción de sus in­cli­na­cio­nes más ín­ti­mas. Proponerles un abor­to “pú­bli­co”, “ofi­cial”, “so­cial­men­te re­co­no­ci­do”, no es so­lu­ción, y pro­ba­ble­men­te mu­chas pre­fe­ri­rán ha­cer­lo de mo­do “clan­des­ti­no”.
Lo que la ma­yo­ría de ellas ne­ce­si­ta es más bien que se las ayu­de y acom­pa­ñe pa­ra no te­ner que lle­gar al abor­to, que se las au­xi­lie pa­ra que se vuel­va in­ne­ce­sa­rio eli­mi­nar un hi­jo. En es­te sen­ti­do, la asig­na­ción uni­ver­sal pa­ra em­ba­ra­za­das es sin du­da un apor­te im­por­tan­te, aun­que in­su­fi­cien­te, ya que el apo­yo que ne­ce­si­tan mu­chas ve­ces es más que eco­nó­mi­co. Ca­be re­co­no­cer que en es­te pun­to he­mos avan­za­do muy po­co, tan­to en el ám­bi­to pú­bli­co co­mo en el pri­va­do y ecle­sial.
En es­te país te­ne­mos re­cur­sos pa­ra to­dos. Si por di­ver­sos mo­ti­vos una mu­jer no se sien­te en con­di­cio­nes de criar al ni­ño que ha en­gen­dra­do, en nues­tra pa­tria hay fa­mi­lias dis­pues­tas a brin­dar­le apo­yo y de­seo­sas de ha­cer­se car­go de esa nue­va vi­da. ¿Por qué op­tar en la Ar­gen­ti­na por la muer­te cuan­do te­ne­mos to­do pa­ra apos­tar por la vi­da?

Otros aten­ta­dos a la vi­da

Es ver­dad, hay otras fal­tas de res­pe­to a la vi­da. Por ejem­plo, que los po­bres no ten­gan pla­nes pri­va­dos de sa­lud pa­ra ac­ce­der a una aten­ción ade­cua­da, o el es­ta­do de al­gu­nos hos­pi­ta­les, la vio­len­cia, la in­se­gu­ri­dad, la ma­la ali­men­ta­ción de los ni­ños in­di­gen­tes, y tan­tas otras for­mas de des­pre­cio a la vi­da hu­ma­na. Pe­ro si en lu­gar de en­fren­tar esos gra­ves pro­ble­mas so­cia­les op­ta­mos por aten­tar con­tra la vi­da por na­cer, no ha­ce­mos más que agre­gar­le muer­te a ese pa­no­ra­ma som­brío.
So­mos ca­pa­ces de apun­tar más al­to y de sos­te­ner un pro­fun­do res­pe­to por la dig­ni­dad de los más dé­bi­les. Aun­que no pa­rez­ca la sa­li­da más prag­má­ti­ca, los ar­gen­ti­nos po­de­mos re­sol­ver los pro­ble­mas sin arran­car­le la vi­da a un ino­cen­te an­tes de que pue­da de­fen­der­se. No es ino­fen­si­vo abrir la puer­ta del abor­to. Al­gu­nos lo fes­te­jan ale­gre­men­te, pe­ro una ló­gi­ca de muer­te só­lo pro­vo­ca­rá más muer­te y tris­te­za.

Sacerdote. Rec­tor de la Uni­ver­si­dad Ca­tó­li­ca Ar­gen­ti­na.

Aporte del Pbro. Poblete a un debate sobre el aborto

Mendoza, 2 Feb. 12 (AICA)

aborto
El presbítero licenciado Marcelo De Benedectis, vocero del arzobispado de Mendoza, manifestó que hablar del aborto en el actual contexto tiene una significación muy concreta, y señala que hoy la vida está muy amenazada por la droga y las diversas adicciones, la pobreza y la marginalidad en la que muchas personas viven su existencia en un estado de vulnerabilidad extrema; también la delincuencia y la inseguridad aparece hoy en forma frecuente como atentado contra la vida. Junto con estos peligros nos encontramos frente al planteo del aborto.
     Ante la difusión de tantas opiniones referidas a un tema tan delicado como es del aborto, el presbítero De Benedectis decidió entrevistar al presbítero Ricardo Augusto Poblete, mendocino de 53 años, licenciado en Teología Moral y Magister en Bioética, participante en diversos comités de bioética de hospitales de Mendoza. En la entrevista se abordaron temas que muchos se preguntan y no siempre encuentran respuestas capaces de mirar al “todo” del aborto. La clave se da en un adecuado punto de partida y desde allí avanzar en todas las direcciones que la realidad nos desafía.

     -Padre Poblete, ¿cómo debería entablarse el debate?
     -El punto de partida para debatir sobre el hecho del aborto en sí mismo. Lo que es el aborto. En este orden la genética contemporánea nos proporciona un dato fundamental: desde la concepción estamos en presencia de un nuevo ser, totalmente distinto del padre y de la madre, con su patrimonio genético único e irrepetible. Sólo necesita tiempo para desarrollar lo que ya se contiene en programa genético. Por lo tanto, el aborto es la eliminación deliberada y directa (en cualquier forma que se realice) de un ser humano que ya ha iniciado su existencia.

     -¿Es un bien o un mal moral eliminar una vida humana que ya ha comenzado, aunque fuesen dramáticas las circunstancias en que se encuentra la mujer, o eventualmente el feto por diversas patologías serias?
     -Toda vida humana (iniciada en la concepción) posee una dignidad en sí misma, independiente de cualquier circunstancia en que se encuentre. De aquí surge una exigencia ética: respetarla y protegerla.

     -El ejercicio de las ciencias de la salud, por tanto, ¿cómo debe ubicarse frente a este ser humano que ya vive en el seno materno?
     -Las ciencias de la salud están al servicio de la vida y su protección. No importa si los agentes sanitarios tengan o no convicciones religiosas. No es lícito que problemas de orden socio-económico se resuelvan a través de actos médicos.

     -“Se habla de embrión, feto, ser humano, persona ¿es lo mismo o no lo es? ¿Qué consecuencias éticas, médicas y legales implica cada uno de estos términos?
     -Los términos 'cigoto', 'pre-embrión', 'embrión', 'feto' en el vocabulario biológico pueden indicar estadios sucesivos en el desarrollo del ser humano. Se utilizan libremente estos términos atribuyéndoles un idéntico significado ético. Con ellos se designa el fruto, viable o no, de la generación humana, desde el primer momento de su existencia hasta el nacimiento.
     En el pensamiento eclesial no entran en la discusión de índole filosófica sobre si el embrión es o no persona. Dejan abierta la cuestión. Sin embargo ambas afirman que el embrión hay que respetarlo 'como' persona.
     Por otra parte Juan Pablo II en su reformulación del concepto de aborto en Evangelium Vitae nº 58 expresa: "el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento". Como verás tampoco entra en la discusión de si es o no persona. Nadie puede discutir qué es un ser humano.

     -Como el ‘riesgo’ es inherente a la condición humana, no se debe descartar que la vida o salud de la madre corran riesgos. Este es un hecho innegable y, por lo tanto, hay que tenerlo en cuenta para proteger la salud y vida de la madre. ¿Hay que optar por uno o por otro?
     -Hay que afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y la de su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, con la secuenciación del genoma humano, que desde el momento de la concepción existe una nueva vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente. El derecho a la vida es el derecho humano fundamental.

     -¿Qué tipo de riesgos corre la madre? El avance de la medicina con la ayuda del avance tecnológico, en el estado actual de desarrollo, ¿pone en una verdadera disyuntiva de tener que elegir entre la vida de la madre o del feto?
     -No existe ninguna práctica humana en general, ni médica en particular, carente de riesgo. Es una falacia hablar de ‘aborto seguro’. Por otra parte, los avances médicos y tecnológicos han hecho que una disyuntiva de elección entre la vida de la madre y del feto, hoy es sumamente rara. La verdadera ciencia médica intenta salvar tanto a la madre como a su hijo que vive en el seno materno.

     -¿Cómo se debería ubicar la legislación frente a las dos vidas reales, objetivas, que ya están viviendo, como son la madre y el feto?
     -Si la legislación brinda protección a toda vida humana, que reconoce que comienza con la concepción, no puede sino brindar protección jurídica, sobre todo a aquella más indefensa. Una decisión legislativa que favoreciera la despenalización del aborto tendría consecuencias jurídicas, culturales y éticas. Las leyes van configurando la cultura de los pueblos y una legislación que no protege la vida favorece una cultura de la muerte. La ley, en cuanto base de un ordenamiento jurídico, tiene un sentido pedagógico para la vida de la sociedad.

     -¿No se tendrían que pensar otras alternativas para salir al paso de estas mujeres que sufren el drama de un embarazo no deseado?
     -Reconociendo que existen verdaderos dramas que ‘inducen’ a mujeres a solicitar el aborto, hay que afirmar con claridad que jamás dar muerte a un inocente resuelve los problemas de fondo. Urge pensar políticas públicas, educación integral, y fundamentalmente revalorizar la responsabilidad de lo que implica el ejercicio de la sexualidad para no tener que llegar a los extremos dramáticos.

     -Como tejido social, incluida la Iglesia y los diversos credos, ¿cómo se puede acompañar efectivamente a las mujeres que viven tal situación?
     -Siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Buen Samaritano, dejarse ‘conmover’ por el drama de quien piensa en el aborto como la única alternativa. Cercanía en la escucha del drama y generar grupos interdisciplinares que ayuden a la persona a que no se sienta sola. La misericordia y la verdad tienen que ir juntas para dar una auténtica ayuda.

     -Teniendo en cuenta la cantidad de matrimonios que desean adoptar niños, ¿no sería el momento adecuado para revisar una Ley de Adopción para que se puedan concretar las adopciones de una forma más expeditiva?
     -Este punto es muy importante, porque reconociendo que muchas mujeres no quieren o no pueden hacerse cargo del hijo que no buscaron, la adopción legal puede ser una posibilidad para no solamente salvar vidas inocentes, sino brindarle el amor de un matrimonio que desinteresadamente esté con posibilidades de hacerlo.+