No se
puede reducir el cristianismo sólo a la dimensión moral
Martes
14 May 2013 | 08:49 am
La
Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata y presidente de la
Comisión Episcopal de Educación Católica, monseñor Héctor Aguer, explicó en su
reflexión televisiva de este sábado en el programa “Claves para un Mundo
Mejor”, emitido por América TV, que no se debe reducir el cristianismo sólo a
la dimensión moral lo que constituye “un enfoque reduccionista” y “no es
correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”.
El
arzobispo de La Plata y presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica,
monseñor Héctor Aguer, explicó en su reflexión televisiva de este sábado en el
programa “Claves para un Mundo Mejor”, emitido por América TV, que no se debe
reducir el cristianismo sólo a la dimensión moral lo que constituye “un enfoque
reduccionista” y “no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una
serie de preceptos”
“Hoy como en otras oportunidades -comenzó diciendo el prelado- comenzaré mi breve reflexión con una pregunta: ¿es el cristianismo una moral? Es decir: ¿se puede reducir el fenómeno del cristianismo a la dimensión moral?”
“Planteo esta cuestión porque tiene su interés y además tiene sus fundamentos históricos. Existe una cierta tendencia, en gente que no conoce bien la realidad cristiana, a reducir el cristianismo a una dimensión moral. Incluso dentro de la Iglesia se da también, muchas veces, un enfoque reduccionista”.
“Se piensa, por ejemplo, que es muy importante el estilo de vida cristiano. Es verdad que el estilo está en buena medida en relación con la credibilidad de la verdad cristiana. Pero no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”.
“En algún momento se acentuó por ejemplo la problemática sexual. Y ha sido muy criticada la Iglesia, y yo creo que equivocadamente, como que había reducido toda la problemática moral a la esfera sexual. Ahora hay otra tendencia distinta, lo sexual ya no importa para nada, como si no fuera el objeto de dos mandamientos de la ley de Dios. La importancia actual está en la cuestión social, el problema de la justicia; y también se suele hacer una especie de reduccionismo ético del cristianismo a la problemática de la Justicia, los derechos humanos y demás”.
“No se advierte -señaló- que el cristianismo es un misterio y que la fe hace referencia a ese misterio. Con misterio quiero decir las verdades reveladas por Dios, por medio de Jesús. Misterio de la presencia misma de Dios y su gracia a través de los sacramentos de la Iglesia, del culto divino. Misterio, además, porque la gracia cristiana nos lleva a una relación personal con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
De allí que “no se puede reducir el cristianismo a su dimensión moral. Más aún muchas veces esa reducción moralista del hecho cristiano se hace en términos en los cuales no aparece la gracia de Dios. Como si todo fuera cuestión del esfuerzo personal, tener claro el ideal y luego alcanzarlo con el esfuerzo de mi voluntad y libertad”.
Monseñor Aguer afirmó que esa reducción “es un gravísimo error que viene del siglo V y se llama pelagianismo”, y explicó que Pelagio era un monje inglés que afirmaba que el hombre con su sola libertad podía hacer el bien sin necesidad de una gracia interior que moviera su voluntad. “No se daba cuenta, Pelagio, del peso del pecado original”, señaló.
Luego indicó que por eso es necesario comprender que “el Cristianismo es un misterio, un misterio de verdad, de gracia, de amor divino que transforma nuestro corazón. Sin la gracia de Dios no podemos cumplir íntegramente la ley divina, ni siquiera en aquel estatuto elemental primario que diríamos es la ley natural inscripta en la conciencia del hombre. Necesitamos de la gracia Dios”.
El arzobispo platense concluyó su reflexión diciendo que “sin duda el cristianismo incluye también una moral, una dimensión ética, un modelo de vida, pero ese modelo de vida es incomprensible y es irrealizable sin el contacto vital con Cristo Redentor y con su gracia. Es muy importante recordar esto porque cuando se habla de estas cosas es muy fácil incurrir en la confusión”.+
“Hoy como en otras oportunidades -comenzó diciendo el prelado- comenzaré mi breve reflexión con una pregunta: ¿es el cristianismo una moral? Es decir: ¿se puede reducir el fenómeno del cristianismo a la dimensión moral?”
“Planteo esta cuestión porque tiene su interés y además tiene sus fundamentos históricos. Existe una cierta tendencia, en gente que no conoce bien la realidad cristiana, a reducir el cristianismo a una dimensión moral. Incluso dentro de la Iglesia se da también, muchas veces, un enfoque reduccionista”.
“Se piensa, por ejemplo, que es muy importante el estilo de vida cristiano. Es verdad que el estilo está en buena medida en relación con la credibilidad de la verdad cristiana. Pero no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”.
“En algún momento se acentuó por ejemplo la problemática sexual. Y ha sido muy criticada la Iglesia, y yo creo que equivocadamente, como que había reducido toda la problemática moral a la esfera sexual. Ahora hay otra tendencia distinta, lo sexual ya no importa para nada, como si no fuera el objeto de dos mandamientos de la ley de Dios. La importancia actual está en la cuestión social, el problema de la justicia; y también se suele hacer una especie de reduccionismo ético del cristianismo a la problemática de la Justicia, los derechos humanos y demás”.
“No se advierte -señaló- que el cristianismo es un misterio y que la fe hace referencia a ese misterio. Con misterio quiero decir las verdades reveladas por Dios, por medio de Jesús. Misterio de la presencia misma de Dios y su gracia a través de los sacramentos de la Iglesia, del culto divino. Misterio, además, porque la gracia cristiana nos lleva a una relación personal con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
De allí que “no se puede reducir el cristianismo a su dimensión moral. Más aún muchas veces esa reducción moralista del hecho cristiano se hace en términos en los cuales no aparece la gracia de Dios. Como si todo fuera cuestión del esfuerzo personal, tener claro el ideal y luego alcanzarlo con el esfuerzo de mi voluntad y libertad”.
Monseñor Aguer afirmó que esa reducción “es un gravísimo error que viene del siglo V y se llama pelagianismo”, y explicó que Pelagio era un monje inglés que afirmaba que el hombre con su sola libertad podía hacer el bien sin necesidad de una gracia interior que moviera su voluntad. “No se daba cuenta, Pelagio, del peso del pecado original”, señaló.
Luego indicó que por eso es necesario comprender que “el Cristianismo es un misterio, un misterio de verdad, de gracia, de amor divino que transforma nuestro corazón. Sin la gracia de Dios no podemos cumplir íntegramente la ley divina, ni siquiera en aquel estatuto elemental primario que diríamos es la ley natural inscripta en la conciencia del hombre. Necesitamos de la gracia Dios”.
El arzobispo platense concluyó su reflexión diciendo que “sin duda el cristianismo incluye también una moral, una dimensión ética, un modelo de vida, pero ese modelo de vida es incomprensible y es irrealizable sin el contacto vital con Cristo Redentor y con su gracia. Es muy importante recordar esto porque cuando se habla de estas cosas es muy fácil incurrir en la confusión”.+
Mons. Bitar precisó dichos suyos que fueron
tergiversados
Jueves 12 Abr 2012 | 17:09 pm
Buenos Aires (AICA): En una carta a los católicos de la diócesis, el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, reiteró la postura de la Iglesia sobre el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró “no punible” el aborto en caso de violación y aclaró que opiniones suyas sobre este tema “tan doloroso” fueron tergiversadas “por ignorancia periodística o por mala voluntad” y que repercutieron en todo el país. Manifestó en este sentido que “nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.
Buenos Aires (AICA): En una carta a los católicos de la diócesis, el obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, reiteró la postura de la Iglesia sobre el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró “no punible” el aborto en caso de violación y aclaró que opiniones suyas sobre este tema “tan doloroso” fueron tergiversadas “por ignorancia periodística o por mala voluntad” y que repercutieron en todo el país. Manifestó en este sentido que “nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.
En una carta a los católicos de la diócesis, el
obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, reiteró la postura de la Iglesia sobre
el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró “no
punible” el aborto en caso de violación y aclaró que opiniones suyas sobre este
tema “tan doloroso” fueron tergiversadas “por ignorancia periodística o por
mala voluntad” y que repercutieron en todo el país.
Manifestó en este sentido que “nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.
Tras ratificar que con el aborto “paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte”, se dirigió a las mamás embarazadas: “Un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”.
“Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo”, subrayó.
Texto completo de la carta
“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado” (Jeremías 1,5)
Queridos hermanos:
A raíz de la notoriedad que tomaron opiniones vertidas en una breve entrevista periodística realizada en Cerro Monje (San Javier) el pasado Viernes Santo, y conociendo que algunas de mis palabras acerca de un tema tan doloroso como es el aborto fueron tergiversadas (por ignorancia periodística o por mala voluntad), deseo en primer lugar, reiterar el contenido del mensaje del pasado 25 de marzo, “Día del Niño por nacer”:
“Saludo a todas las madres embarazadas, a quienes en nombre de Dios y de sus hijos les decimos ¡Gracias por el sí a la vida! ¡Gracias por dar al niño ya concebido en el seno materno la oportunidad de nacer!
Unido a la comunidad Diocesana, manifiesto el más absoluto rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia, que abre paso para “legalizar” el aborto -muerte- de niños en el seno de la madre, concebidos en una violación.
Paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte.
Cuando por estos días el país se conmovió por el asesinato de un niño de seis años de manos de su madre ¿no es una contradicción que se autorice la muerte de inocentes que no pueden defenderse?
Cuando en estos días hacemos memoria de los crímenes del terrorismo de Estado en los años de la dictadura militar ¿no es una contradicción que un Estado democrático no defienda los “derechos humanos” de los más pequeños e indefensos y autorice, e incluso pueda llegar a obligar a médicos a destruir vidas inocentes? ¿No estamos ante las puertas de un “silencioso” pero sangriento genocidio?
Querida mamá embarazada: “un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”. Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo.”
En segundo término, manifiesto que nunca dije que “los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria”. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista.
En tercer lugar, si lo que ha impresionado a algunos es el término “genocidio”, esta palabra significa “muerte masiva de personas”. Si consideramos que el aborto “legal” provoca más de 50.000.000 de víctimas por año, constatamos que supera las muertes de todas las guerras del siglo XX, inclusive las dos guerras mundiales. (Datos: Fundación “Nueva Cristiandad”, sep.1994). Por eso, en la oración del Viernes Santo en Cerro Monje, pedimos “que esta triste realidad se aleje (no se haga presente) de/en nuestra patria”.
Es oportuno recordar parte del mensaje de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina de agosto del año pasado: “Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente.” (159 Reunión Comisión Permanente de la C.E.A. 18/08/11).
Asimismo el Padre Víctor M. Fernández, Rector de la UCA escribió en noviembre pasado: “El derecho a la vida es el más elemental. Si se lo niega, se debilitan todos los demás. Es verdad que hay otras faltas de respeto a la vida, por ejemplo la lucha de los pobres, los privados de salud para acceder a una atención adecuada, la violencia, la inseguridad, y tantas otras formas de desprecio a la vida humana. Pero si en lugar de enfrentar esos graves problemas sociales optamos por atentar contra la vida por nacer, no hacemos más que agregar muerte a ese panorama sombrío. Tratemos de apuntar más alto y de sostener un profundo respeto por la dignidad de los más débiles. No es inocente ni inofensivo abrir la puerta al aborto. Algunos lo festejan alegremente, pero una lógica de muerte sólo provocará más muerte y tristeza” (La Nación, 03/11/11)
Por último, comparto algunos cuestionamientos, que sé que ustedes también los tienen:
Llama la atención el silencio de muchos profesionales de la salud, que conocen bien que el embrión es una vida humana distinta y no un pedazo de la mujer, o un órgano más del cual se puede prescindir.
Llama la atención el silencio de organismos de Derechos Humanos y grupos ecologistas. Da la impresión que los “derechos” son sólo para algunos y no para todos. ¿Cómo reaccionarían, por ejemplo, si en Argentina se estableciera la pena de muerte para violadores o traficantes de droga? ¿Qué decir de aquellos que sólo defienden animales y plantas, pero callan acerca de los niños no nacidos?
Llama la atención el silencio de muchas autoridades políticas, de muchos medios de comunicación, de instituciones sociales e incluso de representantes de otros credos religiosos.
Como argentinos a lo largo de la historia, hemos pagado caro el silencio. En esta encrucijada, si nosotros no hablamos ¿quién hablará?, ¿quién será voz de las criaturas que no tienen voz?
Mi bendición pastoral
Manifestó en este sentido que “nunca dije que ‘los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria’. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista”.
Tras ratificar que con el aborto “paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte”, se dirigió a las mamás embarazadas: “Un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”.
“Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo”, subrayó.
Texto completo de la carta
“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado” (Jeremías 1,5)
Queridos hermanos:
A raíz de la notoriedad que tomaron opiniones vertidas en una breve entrevista periodística realizada en Cerro Monje (San Javier) el pasado Viernes Santo, y conociendo que algunas de mis palabras acerca de un tema tan doloroso como es el aborto fueron tergiversadas (por ignorancia periodística o por mala voluntad), deseo en primer lugar, reiterar el contenido del mensaje del pasado 25 de marzo, “Día del Niño por nacer”:
“Saludo a todas las madres embarazadas, a quienes en nombre de Dios y de sus hijos les decimos ¡Gracias por el sí a la vida! ¡Gracias por dar al niño ya concebido en el seno materno la oportunidad de nacer!
Unido a la comunidad Diocesana, manifiesto el más absoluto rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia, que abre paso para “legalizar” el aborto -muerte- de niños en el seno de la madre, concebidos en una violación.
Paga con su vida un inocente; nada se dice del violador, y la mujer, ya herida por el delito aberrante de la violación, cargará para siempre con la culpa de una muerte.
Cuando por estos días el país se conmovió por el asesinato de un niño de seis años de manos de su madre ¿no es una contradicción que se autorice la muerte de inocentes que no pueden defenderse?
Cuando en estos días hacemos memoria de los crímenes del terrorismo de Estado en los años de la dictadura militar ¿no es una contradicción que un Estado democrático no defienda los “derechos humanos” de los más pequeños e indefensos y autorice, e incluso pueda llegar a obligar a médicos a destruir vidas inocentes? ¿No estamos ante las puertas de un “silencioso” pero sangriento genocidio?
Querida mamá embarazada: “un niño pesará siempre menos en los brazos que en la conciencia”. Dale la oportunidad de nacer, como a ti te la dio tu madre. Y si sientes que tus brazos son débiles, no temas ofrecerlo en adopción. Hay muchos brazos de madres y padres dispuestos a recibirlo y educarlo.”
En segundo término, manifiesto que nunca dije que “los que están a favor del aborto son genocidas y hay que echarlos de la patria”. Esa fue la expresión desafortunada o mal intencionada del medio periodístico que difundió la noticia, uniendo erróneamente palabras de la introducción a una oración y las de la entrevista.
En tercer lugar, si lo que ha impresionado a algunos es el término “genocidio”, esta palabra significa “muerte masiva de personas”. Si consideramos que el aborto “legal” provoca más de 50.000.000 de víctimas por año, constatamos que supera las muertes de todas las guerras del siglo XX, inclusive las dos guerras mundiales. (Datos: Fundación “Nueva Cristiandad”, sep.1994). Por eso, en la oración del Viernes Santo en Cerro Monje, pedimos “que esta triste realidad se aleje (no se haga presente) de/en nuestra patria”.
Es oportuno recordar parte del mensaje de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina de agosto del año pasado: “Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre y su hijo o hija en gestación. Ambas deben ser preservadas y respetadas. La biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente.” (159 Reunión Comisión Permanente de la C.E.A. 18/08/11).
Asimismo el Padre Víctor M. Fernández, Rector de la UCA escribió en noviembre pasado: “El derecho a la vida es el más elemental. Si se lo niega, se debilitan todos los demás. Es verdad que hay otras faltas de respeto a la vida, por ejemplo la lucha de los pobres, los privados de salud para acceder a una atención adecuada, la violencia, la inseguridad, y tantas otras formas de desprecio a la vida humana. Pero si en lugar de enfrentar esos graves problemas sociales optamos por atentar contra la vida por nacer, no hacemos más que agregar muerte a ese panorama sombrío. Tratemos de apuntar más alto y de sostener un profundo respeto por la dignidad de los más débiles. No es inocente ni inofensivo abrir la puerta al aborto. Algunos lo festejan alegremente, pero una lógica de muerte sólo provocará más muerte y tristeza” (La Nación, 03/11/11)
Por último, comparto algunos cuestionamientos, que sé que ustedes también los tienen:
Llama la atención el silencio de muchos profesionales de la salud, que conocen bien que el embrión es una vida humana distinta y no un pedazo de la mujer, o un órgano más del cual se puede prescindir.
Llama la atención el silencio de organismos de Derechos Humanos y grupos ecologistas. Da la impresión que los “derechos” son sólo para algunos y no para todos. ¿Cómo reaccionarían, por ejemplo, si en Argentina se estableciera la pena de muerte para violadores o traficantes de droga? ¿Qué decir de aquellos que sólo defienden animales y plantas, pero callan acerca de los niños no nacidos?
Llama la atención el silencio de muchas autoridades políticas, de muchos medios de comunicación, de instituciones sociales e incluso de representantes de otros credos religiosos.
Como argentinos a lo largo de la historia, hemos pagado caro el silencio. En esta encrucijada, si nosotros no hablamos ¿quién hablará?, ¿quién será voz de las criaturas que no tienen voz?
Mi bendición pastoral
El nuevo “tabú” es la incapacidad para asumir el
sufrimiento
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Posadas (Misiones), 2 Set. 11 (AICA)
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“Notamos que se dan
en la realidad situaciones de sufrimientos y dolor, fruto de la inseguridad,
corrupción, pobreza y otras formas de injusticia que se originan en la
ruptura del hombre con Dios y con sus hermanos, desdibujando la profunda
dignidad de cada varón y de cada mujer adquirida por ser imagen y semejanza
del Creador”, advirtió el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, en
su reflexión semanal.
El prelado consideró que frente a “esta realidad causada por los pecados de los hombres se agregan los sufrimientos, dolores y enfermedades que siempre se dan en la realidad humana” es necesario “asumirla y vivirla desde las enseñanzas de Jesucristo”. “Desde ya que los males causados por las injusticias que se van estructurando socialmente, requieren como respuesta un compromiso activo del cristiano, llamado a transformar las realidades temporales. Por eso en el texto ‘Jesucristo, Señor de la Historia’, editado por los obispos argentinos con motivo del año jubilar, dice: ‘Los creyentes encontramos en nuestra fe un nuevo motivo para trabajar en la edificación de un mundo más humano’ La esperanza en un futuro más allá de la historia nos compromete mucho más con la suerte de esta historia. ¡Cómo deseamos que esta esperanza activa empape la conciencia y la conducta de cada uno de nuestros hermanos!”, recordó en su reflexión semanal. El obispo alertó que “estas afirmaciones se distancian de muchas posturas de grupos religiosos o sectas, o bien tendencias dentro de la misma Iglesia, que tienen un planteo pasivo y conformista del mundo. Estos planteos religiosos decimos que son alienantes, porque generan una ruptura entre la fe y la vida, o bien entre la fe y los compromisos ciudadanos del cristiano”. Asimismo, lamentó que haya “muchas doctrinas que se distancian de este mensaje y es conveniente reflexionar sobre esto para discernir sobre dónde estamos parados”. Monseñor Martínez reveló que “un psicólogo me señalaba con mucha sabiduría que el nuevo ‘tabú’ de nuestra época ya no es el sexo, y esto es evidente. El ‘tabú’ actual es la incapacidad de asumir los sufrimientos. La misma fe a veces es presentada por algunos grupos religiosos de una manera light. A veces para ganar seguidores, hacen ‘proselitismo’ y silencian las exigencias del Evangelio y realizan ofertas milagrosas o bien prometen solucionar todos los problemas y eluden el sentido del sufrimiento cristiano y ‘la cruz de cada día’”. “Evidentemente Dios puede obrar milagros, pero paganizamos el sentido que tienen cuando creemos lograrlo con nuestras fórmulas un tanto mágicas. Debemos revisar cómo es nuestro seguimiento de Jesús y si en nuestra fe incorporamos el misterio Pascual, el sentido del sufrimiento, la muerte y la Vida”, concluyó.+
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